La efeméride del 30S estuvo ayer marcada por el pronunciamiento de frases lapidarias que expresan el vertiginoso momento político que vivimos en estas horas de definiciones. Frases lapidarias, esas escritas en piedra para la posteridad, dicen algunos. Para las postrimerías, dicen otros. Lo cierto es que en estas horas de puños cerrados, debemos tener la palabra abierta, abierta a la esperanza, abierta al sueño de días mejores.
Si las palabras son viva expresión de las ideas, decimos que cuando ya nada se espera, personalmente exaltante o exultante, vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan decir que somos quien somos, como cantó en sus versos Gabriel Celaya. Y en boca de los que sí dicen, escuchamos estas perlas del dialecto político, pronunciadas en modo lapidario.
“Dejen de defender a los corruptos”, manifestó el presidente Lenin Moreno, aludiendo a sus coidearios que oscilan entre pedir la renuncia al vicepresidente Jorge Glas a su cargo, o apoyarlo decididamente, como funcionario limpio de polvo y paja.
No obstante, se dieron matices, o mejor, palabras grises en boca del Presidente de la Asamblea Nacional, José Serrano: “El vicepresidente debe dar un paso al costado”. Al costado del despeñadero, grises sin brillo de solidaridad partidista, restando el apoyo al compañero de armas. Grises, sin la defensa al otrora camarada revolucionario. Será como dijo el presidente Lenin Moreno, en otra frase lapidaria: “Ahora llaman revolución a cualquier pendejada”. Y un taxista replicó a lo que dijo el mandatario: Ahora a la revolución le llaman pendejada.
Entre tantos dimes y diretes lapidarios, Jorge Glas tomó una decisión por escrito y se la manifestó a Gabriela Rivadeneira: “Que me excusen de cumplir mis funciones como Primer Vice presidente del Movimiento y me liberen de la disciplina partidista”. Y ahí sí, los coidearios guardaron silencio…hasta nueva orden. Divididos entre Carondelet y una Asamblea desnuda. Desnuda, porque para nadie es un secreto del sisma interior que deja ver las costuras de la división. Divididos entre los que piensan que Glas debe seguir recto, y los que le piden que doble a un costado.
“Que se revisen las medidas cautelares”, dijo el Fiscal en tono lapidario. Y lo hará el lunes, pero antes, el día de hoy domingo los asambleístas tendrán el conclave definitivo y/o lapidario: Doris Soliz dijo que se reunirán para decidir sobre la revisión de las medidas cautelares que podrían ser, además lapidarias, como la detención preventiva de Glas, más allá de la prohibición de abandonar el terruño patrio, o instalar un grillete electrónico en uno de sus brazos para que circule “libremente”, hasta tomar otra medida cautelar más drástica y lapidaria.
Las reuniones intempestivas también caracterizaron la jornada del 30S. Un grupo de veinte o más asambleístas oficialistas se reunió, a puertas cerradas, en un domicilio de Montecristi para deliberar acerca el destino vicepresidencial. Ese grupo hizo parte también de los legisladores que acompañaron al presidente Moreno a “conmemorar el referéndum aprobatorio de la Constitución ecuatoriana” -en clara señal de que la consulta, sí resulta- en ciertos casos. Soledad Buendía prefirió guardar silencio, y solo dijo que “desde la coordinación de Alianza País se le ha comunicado no emitir pronunciamiento alguno hasta la reunión de mañana” (hoy)
Quien emitió una declaración anti-lapidaria, en favor de Jorge Glas, fue Rafael Correa. En Facebook Live, el ex mandatario desde Bruselas, dijo al mundo: Defenderé hasta la muerte a un hombre inocente, no me importa el costo político. Esa frase electrónica y electrizante debería quedar grabada en piedra, porque si Glas es inocente será una premonición histórica, si no lo es, será un error que la historia juzgará a un costo demasiado alto.
Si las palabras, consecuentemente, son expresión de las ideas, ¿qué frase digna de una lápida representa mejor el pensar y el sentir popular?
El lobo siempre será malo, si solo escuchamos a Caperucita. Un hombre que vendía caramelos en la calle me dijo: sabe mi amigo, detrás de todo político honesto hay un pueblo incrédulo. Y yo pensé en seguida: lo dice, porque tener la conciencia limpia, es síntoma de mala memoria. Claro, porque los honestos son inadaptados sociales, como alguna vez leí en un libro lapidario.
Duélete de mis dolencias, dice la oración popular hecha canción. Pero los políticos no se duelen, se vanaglorian de los males ciudadanos. Duélete, aunque la coyuntura no solo es de llorar, también para pensar recio y sentir recio. Para levantar la moral ciudadana, la autoestima de un país cuya ética se cae a pedacitos. Un Ecuador que debe seguir existiendo, más allá de los momentos aciagos que nos estremecen, gracias a las dolencias que propinan los políticos que no se duelen.
No está demás parodiar esa frase de optimismo político: hasta la victoria, siempre, y decir en estos momentos, con más realismo: hasta la derrota, nunca. Todos buscamos a alguien cuyos demonios se entiendan con los nuestros. Este año desconocí gente que creía conocer, dice otro adagio popular. La verdad os hará libres, pero primero nos hace tener iras.
La pregunta es ¿y ahora, tendremos salida, a corto plazo, de esta crisis histórica o semántica?
Las únicas respuestas interesantes son las que destruyen las preguntas, dice Susan Sontag. Por eso temo la respuesta de un jamás, como dijo Silvio. ¿Qué hemos perdido? Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, o mejor siempre supiste lo que tenías, pero jamás pensaste que lo perderías. Vivimos en un país raro: la clase obrera no tiene obras, la clase media no tiene medios y la clase alta no tiene clase, dijo un cómico actor callejero. Y en tono más lapidario, leí: El mundo es un teatro, pero la obra tiene un reparto deplorable, dejó escrito Oscar Wilde.
Y para ponernos más graves todavía, citamos al viejo Marx, a propósito de la libertad de expresión de palabras abiertas: En un mundo que nos encadena a las circunstancias, nadie combate la libertad, a lo sumo la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otra veces como derecho de todos. Y otro viejo sabio, dijo: Pero se trata de coincidir con gente que te haga ver cosas que tú no ves, que te enseñen a mirar con otros ojos. Ese fue Mario Benedetti.
Si, tiempo de palabras abiertas, pero a veces el silencio es la mejor manera de decir a alguien el daño que te hizo. Lo que no han visto tus ojos, que no invente tu boca. Antes de convencer al intelecto, es imprescindible tocar y predisponer el corazón, sugirió Pascal. Pero las desilusiones hacen abrir los ojos y cerrar el corazón, lamentó la Marilyn Monroe.
Como dice el pueblo llano: El día que nos roben la silla, ese día nos levantaremos. Nos habrán quitado tanto, tanto que acabarán quitándonos el miedo. Y para no ser menos, también citamos una lapidaria frase de Fidel, dicha por el líder cubano en sus mejores momento de lucidez: «Sin crisis no hay cambios, sin crisis no se forman las conciencias; un día de crisis forma más conciencia que 10 años de transcurrir del tiempo, que 10 años sin crisis».