Por Dr. Francisco Herrera Aráuz
No hay duda, el Ecuador de estos días es una muestra muy frontal de este aserto: La nación no sabe ¿Qué hacer con o sin Rafael Correa? Tan cierto es que todo el accionar político gira en torno a la figura del ex mandatario, desde los afectos más sólidos hasta los odios fanáticos más extremos. Lo malo de esta experiencia es que la ruta parece haberse perdido sin el líder de Alianza País, y el futuro en incertidumbre del actual presidente Lenín Moreno, o una oposición perdida que no ayuda para nada a definir a una nación que no puede depender tan fuertemente del personalismo político.
Tan solo unos minutos después de la ceremonia del 24 de mayo de 2017, el Ecuador entero entró en una especie de ambiente inexplicable por el futuro de Rafael Correa. De hecho, el haber partido directo rumbo al hospital para enfrentar una emergencia médica ya desató esa especie de inquietud colectiva, para bien o para mal, que rumoró sobre su estado de salud el que se convirtió en un reflejo condicionado por saber del líder y sus condiciones.
Fue en esas horas que se definió con precisión el futuro ambiente político, que ahora pesa en el pensamiento colectivo de la nación, ya que saltaron dos elementos notorios. Uno es el sentimiento de ausencia y abandono que sufren hasta ahora muchos de los seguidores, militantes, simpatizantes y parte de la población ecuatoriana que se acostumbró a la fuerte presencia en la última década de ejercicio del poder de Rafael Correa, y; el otro, el fenómeno de la comparación con lo que iniciaba y hacía el nuevo líder de la revolución ciudadana el posesionado Presidente Moreno Garcés, bajo cuya lupa poderosa de opinión pública se comenzó a medirle para establecer exigentes similitudes con quien se le consideró su mentor y promotor de que haya llegado a la presidencia de Ecuador.
Han sido entonces los días seguidos los que han apreciado en el comportamiento masivo una especie de reacción inusitada que marca el comportamiento político ecuatoriano. Se han vuelto a exaltar los pros y contra de Rafael Correa, y así actúan o se mueven desde las opiniones hasta las grandes decisiones, en una batalla sin cuartel que hasta aquí no mide consecuencias sino solo alineamientos, y que le han puesto a Ecuador a pelearse entre quienes “defienden lo hecho por RC” y los que tratan de todas formas el acabar con el Correismo a como dé lugar. Como se podrá apreciar entonces hemos limitado nuestra conducción como nación a este enfrentamiento personalista en torno a un nombre que nos condiciona en grado extremo.
El comienzo de esta nueva actitud nacional la dio el actual presidente Lenín Moreno, quien llegó al poder con su propia estrategia de diferenciación de Correa y su revolución, con el fin de ganarse su propio sitial en la historia de Ecuador como mandatario con estilo propio, a lo que tiene todo el derecho, por cierto. Pues bien, sus palabras, gestos, decisiones y hasta posiciones que van de la burla y la broma hasta la acusación severa han impactado precisamente por combatir a su antecesor, sin considerar que estuvo junto a él por los últimos diez años, justo esos diez años que les llamó leyenda y que hoy pareciera repudiar con sorna.
Ha sido el propio presidente Moreno Garcés quien ha generado esa tendencia en la opinión nacional que habla mal de su pasado, y que es aplaudida por un supuesto grupo de más del 75% de los ecuatorianos, que ahora lo aplauden porque está contra Correa. Las mediciones de opinión publica solo muestran una parte visible del criterio popular, sin explicar que es lo que quiere frente a su pasado. ¿En verdad rechaza al anterior gobierno al extremo del olvido y la ingratitud? Entonces quiere decir que lo anterior estuvo mal y fue un fracaso, lo que empeora las cosas es que ya que se promete y compromete que lo que viene será superior y diferente, tras haber destruido el correato. Mal futuro tiene lo que se busca en beneficio propio, desprestigiando lo que otros han hecho.
Tan crítico es ese enfoque del todos contra Correa, que a estas alturas ha inmovilizado a la oposición política ecuatoriana que es incapaz de superarlo en su discurso y no pueden vivir sin atacarlo a diario. Pareciera ser que todo en esas filas cuarteleras depende de lo que hizo Rafael Correa. Ni un solo movimiento, partido o agrupación política que fueran opuestos al ex mandatario tiene una nueva tesis, planteamiento o iniciativa para la nación que no sea destruir el correato. No logran salir de su esquema contrario al ex mandatario, y todo su accionar de estos días se mueve en torno a cómo acabar con la figura, presencia y hasta recuerdo del líder de AP. De veras se nota en sus odios que Correa Delgado los humilló electoralmente hasta el extremo, los expuso políticamente hasta el escarnio y los derrotó para la historia futura, porque se nota que esas heridas están sangrando purulentas. No puede ser justo para el Ecuador que, a estas alturas, tras los 100 días del período del presidente Moreno, la oposición que ha dialogado con el nuevo mandatario y que se mueve monda y lironda con los nuevos vientos de libertad que dicen haber reinaugurado, no tenga propuesta y menos una planteamiento claro y preciso para tratar de enfrentar la crisis que dice haber heredado de Correa Delgado.
Por ello, resulta sorprendente que por propia iniciativa el gobernante actual dé la imagen de haber optado por sumarse a los pedidos de sus opositores y, hasta adopte ciertas críticas como propias y ataque a lo que fue Correa, o que genere la separación distanciada de todo lo que signifique la presencia de sus adláteres tal el caso de Jorge Glas al que le retira sus funciones en un alto grado de intolerancia con la crítica, o se gane la salida de Patiño, Hernández y Pabón. Si bien es cierto que hasta este momento el presidente Moreno ha escuchado a todos dando el significado de una apertura a distintos sectores, pega y muy fuerte que se trate de marcar el camino aceptando el plan de la oposición y no de su propio partido. Así, temas como la concesión del dinero electrónico a la banca privada, que antes lo destruyó ante la nación como algo malo y perverso porque lo quiso aplicar Correa, hoy sean un significado de avance y progresismo. No, a la gente le confunde aquello y queda grabado el sentido del escupitajo lanzado al cielo que te cae en la cara, ya que se vuelve contradictorio, nefasto, oprobioso. Sin duda alguna que el sentimiento de traición se va agrandando en diversos sectores de la opinión pública nacional, que presencia este espectáculo con esa palabra grabada en su consiente colectivo como única explicación.
Claro que también es notorio que este conflicto del partido, entre sus líderes y dirigencias, deja entrever que ante la militancia o seguidores de Alianza PAIS el problema es de aceptación de que Lenín no es Correa y, pone en claro que se estaría explotando el sentimiento maniqueo del conmigo o contra mí que los dividió fácilmente desde el primer instante. Este debate los ha obnubilado a algunos, al grado extremo de desatar fuertes tendencias de fanatismo, sectarismo y crítica irracional, que se expone en redes sociales, que se manifiesta en reacciones que claman y piden que se alineen en su entorno so pena de declararlos enemigos. Y sinó, ha desatado recelos y resquemores con vergüenza ajena en otros, que ante las críticas y burlas contra Correa han optado muy pronto por separarse de filas, borrar las fotos de antes que le identificaron con el ex mandatario, o sinó guardar una prudente distancia. En este grupo deben sumarse los de comportamiento sinuoso, como algunos ministros, funcionarios o asambleístas que permanecen en la indefinición con un acobardado silencio, evitando aparecer en público a para exponer lo que antes era su motivo, razón de ser o causa de su alegría: la revolución ciudadana hoy denostada y desplazada. Bien debe observar el ex mandatario como se aplica esa frase que dice: “Si la acusación de tu enemigo te culpa, el silencio de tu amigo te condena”.
Transcurrido todo este tiempo de fuego cruzado, el presidente Moreno Garcés pareciera haber salido por sus fueros y querer demostrar que no está para chantajes políticos. Todo se dio esta semana que finaliza agosto de 2017, al escuchar desde el fondo de la sala de su propia bancada legislativa la simple insinuación de muerte cruzada que podría terminar con su mandato, respondió directamente con el uso de sus poderes para convocar en cualquier momento a una consulta popular que impida la afectación a su presidencia. La respuesta fue frontal y lanzada para que se entienda que quiere ejercer su presidencia sin la sombra de Rafael Correa, y menos con sus vínculos, relaciones u objeciones a su propio genio y figura.
¿Por qué este uso de la consulta popular como arma política contra el correismo? La respuesta la podemos encontrar en la rápida reacción de la oposición que se quiere aprovechar de tal insinuación para subirse pronto al carro que les podría dar el triunfo anhelado de eliminar a Rafael Correa de su obscurecido futuro político con la presunta eliminación de la Reelección indefinida que los atormenta día y noche. Es decir, si Lenín Moreno ve amenazada su estabilidad con la muerte cruzada llamada desde la bancada legislativa o la presión popular de las masas militantes de AP, entonces contrapone la posibilidad de quitar del escenario la posibilidad del retorno de Correa Delgado, y para ello considera muy simple el que se debata la reelección como contra-respuesta. Es más, o menos como una contrademanda judicial en la cual el demandado exige una cantidad superior para condicionar a que no se siga con el proceso en su contra. El inusitado respaldo de su tenaz opositor Guillermo Lasso no le ayudó mucho al presidente Moreno a disimular sus intenciones del uso de la consulta para defenderse, porque generó más dudas que favores.
Saltan un sinfín de preguntas, pero una sola se extiende en el ámbito político ecuatoriano. ¿Se ven todos estos hacedores de la política sin Rafael Correa?, en verdad que sus esfuerzos se fijan en destruir su imagen, pero: ¿Tiene futuro una ausencia del líder de AP en un Ecuador tan personalista? De veras que no se vislumbra un panorama certero con la eliminación de tan crecida figura, agrandada por sus virtudes como sus fallas, tanto que a estas alturas todo gira en torno a él y sus acciones, gestos, palabras y hasta los actos del nuevo gobierno. ¿Qué podría pasar si se elimina totalmente la figura de Correa Delgado del ejercicio político actual?, la respuesta deja muchas dudas, pero queda flotando el dicho popular que bien puede cumplirse: “Mal con él, peor sin él”. (FHA)
Dr. Francisco Herrera Aráuz es Director General de Ecuadorinmediato.com.
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Fuente Fotos: Elciudadano.gob/ElTelegrafo.comec/Elecciones2017.org
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