Era en las anchas alamedas de los años setenta, por donde pasaba el hombre nuevo, que la música de Inti-Illimani resonaba en los altoparlantes al grito de el pueblo unido jamás será vencido. Premonitoria invocación de invencibles sones del grupo chileno en el que un ecuatoriano, Max Berrú Carrión, dejó la huella indeleble de su talento musical. Canción del poder popular en el Chile que inauguraba la primavera, cuando no se trató de cambiar un presidente porque era el pueblo construyendo un Chile diferente. Al son de su música combativa y promisoria, Inti-Illimani, militantes del pueblo y trovadores de la esperanza, se forjaron en la lucha desde el hondo crisol de esa patria grande de tierra liberada. Inti-Illimani cantó por todos los parajes de esa enjuta franja andina, desde el desierto calcinante hasta la gélida Patagonia.
Cuenta la leyenda que Inti-Illimani se había fundado en 1967 en Santiago de Chile, integrado originalmente por un grupo de estudiantes de la Universidad Técnica del Estado. El sexteto conformado por Óscar Guzmán, Pedro Yáñez, Horacio Durán, Ciro Retamal, Luis Cifuentes y Jorge Coulón, nació interpretando música folclórica a tres guitarras, charango, quena y bombo.
Max Berrú, que había llegado a Chile con pretexto de presenciar el campeonato mundial de futbol, realizado en 1962 en ese país, se radicó ese año en Santiago. Él era jugador profesional en una liga de su país. La búsqueda de un destino lo motivan a estudiar Ingeniería Mecánica en la Universidad Técnica del Estado. En 1967, al poco tiempo de la creación de Inti-Illimani, se integra al grupo como percusionista y ejecutor de varios instrumentos. Berrú había llegado procedente del sur de Ecuador, Cariamanga, provincia de Loja, tierra de poetas y músicos insignes. Era inevitable ese encuentro con sus hermanos de alamedas y esperanzas.
El nombre Inti-Illimani -de voces quechua y aimara-, evoca al dios sol que vigila el monte boliviano Illimani. Con ese influjo ancestral los muchachos empuñaron sus instrumentos, como un fusil de rotundos ecos políticos y musicales. En los años previos a los mil días del gobierno de la Unidad Popular, el grupo crea una amplia discografía que lo haría internacionalmente célebre. Álbumes como Por la CUT, Si somos Americanos e Inti-Illimani, recorren la geografía chilena anunciando una nueva historia, tentativa recogida en Canto al Programa, que musicaliza la propuesta política del movimiento que lleva a la presidencia a Salvador Allende.
En los preclaros días del gobierno del pueblo, Chile irradia esperanza a todo un continente en los acordes musicales y voces de Inti-Illimani. Su fecunda presencia artística y humana, dan sentido a la nueva canción chilena, junto a voces inmortales de Víctor Jara, Isabel y Ángel Parra, Patricio Mann, entre otros. Desde el Chile de la revolución -de empanadas y vino tinto-, Inti-Illimani difunde el sentir y el pensar recios de un país en construcción. Sus voces son embajadoras de la utopía por un mundo más justo y solidario. Un canto promisorio que emergía del país que abría sus anchas alamedas al pueblo.
El aciago 11 de septiembre de 1973, sorprende al grupo de gira por Europa. La violenta represión militar de la dictadura de Pinochet que segó la vida de Víctor Jara, obliga a Inti-Illimani a 15 años de exilio en Italia. Por tres ocasiones llegan hasta las puertas de la patria, impedidos de ingresar, y desde las ciudades fronterizas de Tacna y Mendoza, levantan el puño y su voz en un canto de denuncia contra los crímenes de Pinochet. En 1975, el influjo musical de Max Berrú inspira al grupo el maravilloso repertorio ecuatorial, junto a cantos de pueblos andinos, en que nuestro clásico Dolencias pone la nota sublime.
La trayectoria de Inti-Illimani durante los 17 años de dictadura estará signada por una fecunda producción musical en la que destacan Canto por una Semilla (1978) con letras de Violeta Parra, el célebre Palimpsesto (1981), y la grabación digital Imaginación en 1984, entre otros álbumes de menor resonancia. En los años 90, Inti-Illimani produce en Londres dos volúmenes con el soundtrack de la exitosa serie The Flight of the Cóndor, por lo cual reciben una nominación para los premios de la Academia Inglesa de Cine y Televisión.
En 1988 mientras se encuentran en Nueva York, reciben la noticia del levantamiento de prohibición de ingresar a Chile; retornan de inmediato y son recibidos por una multitud apoteósica en las calles de Santiago. Se incorporan a la batalla por el NO a Pinochet y es en la emblemática población La Bandera, bastión de las luchas populares, donde ofrecen el concierto del retorno convocado por la coalición de comunistas, socialistas y movimiento de izquierda revolucionaria, junto a fuerzas opositoras a la dictadura.
Luego del regreso a la democracia en 1990, Intillimani instala su cuartel general en Santiago y produce una vasta obra musical, junto a músicos de la talla mundial de los británicos Peter Gabriel, Sting, Wynton Marsalis, entre otros, sumándose a la causa por la defensa de los derechos humanos. En el año de 1997, Max Berrú decide dejar el grupo en 1997 por razones personales; junto a él, otros integrantes transitan por Inti-Illimani.
El nuevo milenio inspira al grupo a una renovación con nuevas canciones y giras internacionales, pero, además, con movilidad de sus miembros y se retiran Horacio Salinas y José Seves. No obstante, Intillimani se reencuentra con su pueblo y testimonio vivo son las obras Lugares Comunes y Viva Chile. En el 2008, el álbum Inti-Illimani Histórico consagra la memoria trascendental del grupo. El 21 de septiembre de 2008, Inti-Illimani realiza un concierto en homenaje a los 100 años del natalicio del Presidente Salvador Allende. El evento consiste en la interpretación de 100 canciones -una por cada año de Salvador Allende-, dura poco más de 8 horas ante la presencia de quince mil personas que disfrutaron de un concierto gratuito. Este año 2017, Inti-Illimani cumplió 50 años de trayectoria artística.
Max Berrú, en la actualidad, sigue haciendo música, ahora como integrante del grupo Los Insobornables, con un repertorio latinoamericano de canciones clásicas al tenor de su dilata sabiduría musical. En el 2004 editó como solista Intimo, acompañado de 27 músicos. Dos años más tarde, participa en la grabación de Pequeño mundo, expresión de la facción Inti-Illimani Nuevo, con quienes Berrú colabora. En el 2011, retorna a su veta primigenia con la obra Cantando como yo canto.
Con gran sentido de generosidad Berrú expresó en los difíciles momentos de escisión de Inti-Illimani que “no es necesario dejar que la justicia intervenga, primero que nada es muy doloroso para la imagen querida que tiene el Inti Illimani en la gente. Segundo, es muy oneroso, porque es muy caro y eso simplemente va a dejar heridos en el camino y yo espero que no sea necesario«.
Max Berrú, el trovador legendario de la austral región ecuatoriana, regresa a su terruño natal y lo hace con sones de Intimo. Personal y sugestivo, armonizada ya su existencia poderosa al cabo de toda una vida musical, continua portando la esperanza y la lucha del hombre latinoamericano. Y sus resonancias humanas y artísticas, aun suelen estremecer las grandes alamedas al sur del mundo.