Es un nombre sugestivo, Eskeletra, para una editorial ecuatoriana que desde hace más de 25 años viene insuflando vida a la literatura nacional. Ramiro Arias, director, cuenta que el nombre fue concebido en una reunión de escritores-editores de las revistas La Pequeñalulupa y Nuevadas, ambos referentes de periodismo cultural allá por los años ochenta. Ramiro Arias, nacido en cuna de libreros, reconoce que “con muchas ganas me metí en lo de la Eskeletra, por amor a los libros, que lo he combinado con mi profesión de doctor en derecho”. Ángel Arias, su padre, fundador de las librerías Autores Ecuatorianos y Pluma Libreros, condicionó en cierta manera su vocación, dice que él viene de una familia que ama los libros, eso aprendió desde temprana edad. Originalmente, Eskeletra Editorial fue un grupo literario, cuya decisión era escribir y leer textos en reuniones a manera de taller los días lunes al calor de un vino, la amistad, la crítica literaria y la política.
–En ese entonces el ambiente era muy provinciano, pretendíamos que la cultura podía hacer un contrapeso a todo el avasallamiento político del Febres Cordero y su represión que no era solo física, sino que también llegaba al ámbito cultural. Nuestra propuesta era contestataria y desde luego desde luego desde esa óptica cultural con tesón y tozudez logramos remover y aportar a la cultura del País. Eran otros tiempos, no se parecían en nada al que estamos viviendo, todavía no había internet. En el grupo original que fundó la revista del mismo nombre estábamos Galo Galarza, Pablo Salgado, Ramiro Oviedo, Huilo Ruales, Alfredo Noriega, Jenny Carrasco, Leopoldo Tobar, Alejandro Velasco, Miguel Angel y Otto Zambrano, Raúl Serrano, espero no olvidarme de ninguno.
¿Cómo nace la editorial?
-El poeta Miguel Ángel Zambrano, escribía sus libros a mano con una bonita letra y casi como una condena, luego los perdía y él no parecía inmutarse. Entonces, un día alguien le dice ¡oye, es qué letra que tienes! Y ahí nace por analogía, inspiración, juego, la Eskeletra y nuestro diseñador Alfredo Ruales, creó el logo del esqueleto que significa un ser desvalido, un esqueleto en posición del pensador de Rodin, sentado sobre un misterioso libro quién sabe si inscrito, también como la cultura que siempre está en los huesos por falta de apoyo de los gobiernos. Eskeletor el malo de la película de la Guerra de las Galaxias era muy popular y estaba en nuestro imaginario. La editorial nace en 1990 con el objetivo de hacer una literatura de vanguardia. Libros bonitos con diseños de las portadas innovadoras desde luego con un contenido muy bien cuidado. Hemos logrado mantenernos en pie, durante más de dos décadas y media. Hemos publicado más 300 libros de literatura y de todo género. Cada año volvemos con nuevos bríos a pesar de la nostalgia de aquellos recordados años donde la llamada del siglo XXI nos estaba a la vuelta con su resplandor apocalíptico de ahí nuestro eslogan: Eskeletra, escribir a fines de siglo.
¿Es una actitud generacional parricida el ser vanguardista, o es un tema ideológico?
-Por supuesto, yo creo que todos los movimientos han nacido así. La vanguardia se caracteriza por confrontar las normas estéticas canonizadas, es decir de avanzada, uno de los objetivos es crear una escuela o movimiento con clara tendencia a diferenciarse del pasado. Pero, el nuestro no tenía intenciones parricidas, como fueron los Tzátnzicos con su generación inmediata anterior. El movimiento que se creó, cuando fuimos jóvenes, se hizo a través de la revista literaria La Pequeñalulupa y de Eskeletra. Creo que aportamos a la cultura y logramos remover el ambiente literario de esa época. El grupo tenía el interés de provocar, desacralizar, ser irreverente…
Irreverentes e irreversibles…
-Lo de irreversible es un poco más adelante, cuando te haces un prestigio. Uno de los motivos que nos impulsó a crear la editorial es que los libros nuestros podrían publicarse, ya que no había otra posibilidad para subsistir como escritor. La línea editorial arranca con poesía, ensayo, cuento, sobre todo como un reto de escribir cada uno un libro en la medida en que cada uno podía. El primer libro fue Loca para loca la loca, libro de cuentos de Huilo Ruales y el segundo Alias Lumbre de Acertijo de Humberto Vinueza, poeta Tzántzico quien nos acompañó siempre estimulándonos y dándonos sus luces y sabiduría.
¿Cómo se maneja una editorial de éxito?
-El éxito estuvo en que, después de un tiempo, todo el mundo quería publicar con Eskeletra. Hemos publicado a Jorge Enrique Adoum, Miguel Donoso Pareja, Abdón Ubidia, Lucrecia Maldonado, Luis Zúñiga, Raúl Pérez Torres, Iván Égüez, Marco Antonio Rodríguez, Gabriela Alemán, Jorge Núñez, Fernando Tinajero, Sonia Manzano, Pedro Jorge Vera, Laura Hidalgo, Galo Mora, entre los autores importantes de la literatura ecuatoriana. Por ejemplo, tenemos una colección de libros que se llama Novela Viva donde está Eliecer Cárdenas, Juan Valdano, Jorge Proaño Arandi, entre otros. Entrar a esa colección es difícil, porque la obra debe ser reconocida para que forme parte de esta selección de lujo. Y también hemos publicado a poetas como Fabián Guerrero, Bruno Sáenz, Simón Zavala, Humberto Vinueza, Huilo Ruales, entre otros.
¿Y se proponen publicar a jóvenes autores?
-Hemos publicado jóvenes también, a toda una camada como Javier Lara, Ernesto Carrión, Vicente Robalino, Ángel Emilio Hidalgo, Andrés Villalba, Juan Carlos Mussó, Pedro Gil, Juan José Rodríguez, Xavier Oquendo, y narradores como Alejandro Ribadeneira, Ney Yépez, Cina Mondavi, Olivia Casares, entre otros. (Si me olvido de alguien sin querer le pido disculpas)
¿Hay algún nuevo proyecto editorial de Eskeletra?
-Si, un proyecto llamado Biografías Ilustres que permite dar testimonio de muchos prohombres de la cultura, sobre todo que tienen una obra que no ha sido reconocida. Siempre detrás del hombre existe todo un bagaje de vida, de buenos y malos momentos. Nos planteamos una colección de este tipo para dar reconocimiento a hombres ilustres que fallecen y se pierde todo, y esencialmente aquellos que están vivos. Estas biografías deberán ser referentes para las futuras generaciones.
¿Qué decir de la situación de la industria editora nacional?
-Siempre que me hacen esta pregunta yo empiezo diciendo, ¿en qué momento Colombia se convirtió en exportador de libros? Ellos, sin el apoyo estatal, no podían haberse convertido en exportadores. No es posible hacer un plan de lectura sin el apoyo concreto a las editoriales que hacemos los libros. La política pública, en ese sentido, debe apoyar a los editores que podemos aportar mucho, sobre todo en la selección de los títulos de autores nacionales buenos con su obra y que todavía no son reconocidos.
¿Existe algún tipo de incentivos, privilegios tributarios, por ejemplo…?
-La Ley de Cultura, recientemente aprobada, establece que los empresarios que apoyen a la cultura pueden tener excepciones tributarias, esperemos que el Reglamento así lo confirme. El apoyo estatal también puede darse en el envío de libros al exterior con una tarifa especial en Correos de Ecuador para mandar libros. La otra posibilidad es crear una fábrica de papel que entregue ese material al costo. Otro apoyo es que las colecciones de las editoriales nacionales vayan a las bibliotecas del Estado y de los colegios y universidades para enriquecer el fondo bibliográfico. Tiene que haber un criterio democrático en la selección de los títulos, no puede venir una transnacional a subestimar la capacidad editorial nuestra. Estas empresas hacen negocio y se llevan el dinero afuera. La producción nacional tiene capacidad de hacer buenos libros para un Plan Nacional de Lectura y claro se debe leer primero lo nuestro.
Dos eventos están en carpeta: Feria del libro y el Plan Nacional de Lectura. ¿Cómo favorece esto a la industria editora?
-Yo estoy satisfecho de que el Ministerio de Cultura haya llegado a un acuerdo con la Cámara del libro, que maneja el sector privado de editores y libreros, para hacer esta feria. Esta mixtura permite llevar adelante con éxito este tipo de proyectos en beneficio de la sociedad. Ojalá este acuerdo siga vigente en los próximos años y no suceda que cada Ministro de Cultura que llega pretenda inaugurar algo que se ha hecho por décadas.
¿Cómo concibe la empresa privada a la feria del libro?
–Es todo, exhibición, encuentro, presencia de autores invitados, negociaciones entre libreros y editoriales, negociaciones de venta de Derechos de Autor, etcétera, eso es una feria. Tiene que tener un atractivo al lector. La idea es que la motivación del asistente esté dada por la existencia de novedades en la feria. La gente va por novedades y por descuentos a las ferias. La cultura para mí siempre tiene que ver con el placer, la gente que va a una feria tiene que sentir placer con eventos para niños y adultos.
El hedonismo cultural…
-Claro, a no ser que uno crea que la letra con sangre entra, no creo que sea así. La cultura va siempre de acuerdo a este tejido subterráneo que no podemos verlo en la materialidad, sino que está solo en nuestros sueños, en nuestras perturbaciones y esperanzas. La expresión cultural de los pueblos siempre tiene que ser para mejor, si la cultura no te ayuda a eso, no sirve para una calidad de vida espiritual y material, entonces de qué estamos hablando.
¿Qué es lo importante en un plan de lectura?
-Lo más importante de un plan nacional de lectura es que esté en la boca de la gente, ese es el éxito de un plan de lectura. Que se logre que la gente hable y partícipe del plan. Somos una sociedad disímil y pluricultural, es bien difícil llegar a todos los estratos, pero si no se comienza a ejecutarlo, ¿vamos a seguir en el mismo bajo índice de lectura que tenemos los ecuatorianos? Se creyó que regalando libros se podía llegar a los estratos populares, pero no era ese el camino. Nuestro chip consumista no nos permite admitir que algo nos regalen y, de pronto, poder ser que no le damos el valor adecuado. Este debe ser uno de los proyectos primordiales del actual gobierno, se debe dar el presupuesto adecuado para llevar adelante este Plan que contempla la Ley de Cultura. Lo ideal sería que ambos ministerios el de Cultura y el de Educación trabajen en conjunto para no dar tiros al aire cada uno por su lado.
El Ministerio de Cultura considera el rol de la empresa privada, ¿qué mecanismo concreto debe ponerse en marcha para impulsar el plan de lectura?
-¿Un plan nacional de lectura se puede medir sobre los libros vendidos?, ¿se puede medir de acuerdo a lo que dice la prensa?, ¿se puede medir de acuerdo al prestigio de un escritor?, ¿es un cambio cultural de la gente un plan de lectura? No me queda claro, pero hay que seguir con optimismo. La primera opción es que mientras más libros tenga en su poder, la gente los va a leer. ¿Será que Las cruces sobre el agua o Huasipungo dan la posibilidad de amar a la lectura? Son temas a discutir.
¿Qué tipo de libros se recomendaría leer dentro del plan de lectura? El ministerio habla de “libros dulces”.
-Es un tema bastante complejo. El Robinson Crusoe, de Daniel Defoe o El Principe y el Mendigo, de Mark Twain no se escribieron para jóvenes, pero devinieron en literatura juvenil. Ahora los jóvenes leen con fascinación Crimen y Castigo, pueden acceder a ello porque tuvieron antes una experiencia y ejercicio de lectura para entrar fácilmente al Quijote, la Odisea o la Ilíada. Hay que estimular el amor a los libros como se estimula el amor al padre, al abuelo, ese amor es el que un Plan de Lectura debe fomentar en primera instancia. Tiene que estar enraizado en el sentimiento de la gente. Y tiene que haber libros para todas las edades. Qué leer es importante, eso tiene que ser consensuado, no puede ser que un gerente, rector o un ministro sea quien diga qué es lo que hay que leer. Ese es el tema más delicado, pienso que cada editorial tenemos posibilidades de aportar y ofertar títulos y qué perfil debe tener un libro recomendado. Para mi criterio se debe empezar leyendo literatura ecuatoriana para darle su merecido valor…
Hay un reglamento del Ministerio de Educación que dice que los textos no deben ser comprados, sino regalados…
-No distinguen entre un texto de lectura, y un texto escolar. El cualquier Ley o Reglamento debe diferenciar, semánticamente, muy bien estos dos conceptos. Un libro de lectura está ligado al curriculum establecido por el Ministerio de Educación y creo que el que está vigente, está bien hecho, porque da posibilidad a que el profesor sea quién oriente qué libro leer, pero ¿si el profesor no lee? ¿Con quién debemos empezar el trabajo? Son temas que hay que ir desbrozando en el camino, el Plan Nacional de Lectura debe asumir este reto y otros desde luego. Se deben eliminar las resoluciones legales contradictorias que no permiten que los libros lleguen a los estudiantes, por ejemplo, la agenda en este sentido es grande.