Los libros van siendo el único lugar de la casa, donde todavía se puede estar tranquilo, dijo alguna vez Julio Cortázar. A raíz de sus continuos quebrantos de salud y sus prematuros viajes, el gran cronopio desarrolló la lectura y la escritura como rutas de escape hacia mundos paralelos. Y aquel atisbo de refugio que Julio encuentra en los libros, acaso, nos hace pensar en la utilidad de leer. En el sentido de la lectura que nos abstrae de una realidad y nos cobija bajo la égida de otros mágicos universos. ¿Hace falta un plan de lectura, o leer es un asunto de señas particulares? Cotejamos la visión del escritor Edgar Allan García, Gerente del Plan Nacional de Lectura, PNL, del Ministerio de Cultura, quien estima que la lectura es un derecho y un plan que la fomente, no debe ser una dadiva, una concesión. El autor de relatos cortos y microcuentos, cree que empoderar a la ciudadanía respecto del papel que tiene en su vida como ciudadanos, es un asunto que se relaciona con el hábito de leer.
¿Desde cuándo hay que empezar a leer para empoderarnos en la vida?
-Nuestro plan empieza con los niños en el vientre de sus madres, empieza por la sensibilización respecto de que una madre tiene que leer a su hijo cuando está en el vientre y tiene que seguirle leyendo desde que nace hasta el día que parte hacia la escuela.
E. A. García manifiesta que es falta de iniciativa considerar que los planes de lectura empiezan desde el momento en que el niño se enfrenta a las letras en la escuela.
–Eso es totalmente falso y, es además un desperdicio, porque ese niño que no ha tenido la oportunidad de escuchar atentamente a sus padres, no ha podido interiorizar una serie de emociones que vienen dentro del lenguaje. No se trata de que el niño entienda o no, es el vínculo afectivo que él encuentra entre la persona que le lee y la experiencia afectiva que viene acompañada.
¿Ecuador ha tenido planes de lecturas anteriores, o esta es una tentativa inédita…?
-La única experiencia que tenemos es la Campaña Nacional de Lectura Eugenio Espejo, pero por sus propias características ha tenido limitación. Esa campaña es todo un acto de heroísmo en medio de las dificultades que ha habido en este país. Iván Egüez la ha sacado adelante, gracias a una gran iniciativa y creatividad en encontrar los medios para que ese lector acceda a esas lecturas.
Un Plan Nacional de Lectura, no es una campaña -dice García-, es un hecho mucho más ambicioso que tiene que ver con publicaciones para diversos estratos, tiene que ver con mediadores culturales, con una reactivación de las bibliotecas y enriquecimiento de las que haya, porque un plan abarca muchos aspectos más que una campaña. Mediadores somos todos, la madre, la profesora, el cuentacuentos, el abuelo, son aquellas personas que acercan a los libros. Son los alcahuetes de la lectura.
Un escritor es, ante todo, un lector… ¿Un plan de lectura, supone un plan de escritura que fomente escribir, desarrollar talentos, creatividades, inventivas…?
-Los escritores -por experiencia propia y de los talleres de literatura-, no necesariamente se forman en un taller, ni porque exista un plan de lectura. Lo que hace un plan de lectura es crear los incentivos para aquellos que tengan talento. Es difícil para una persona que lee mucho, no escriba. Aun para aquellos que no van a ser escritores profesionales, su lenguaje se va a enriquecer muchísimo, su experiencia en la vida se va a profundizar y se va a matizar, su capacidad para entender al otro, para entender las texturas de lo humano, de lo que va más allá de lo aparente se va a ampliar y enriquecer.
¿Qué rol es de esperar que jueguen otras instituciones convocadas al PNL?
-Trabajamos con un equipo del Ministerio de Educación, un representante de la Cancillería, queremos que se integre, por ejemplo, la Casa de la Cultura Ecuatoriana que tiene varios locales en el país que podrían convertirse fácilmente, en bibliotecas para la gente de la comunidad. Los GADs tienen una infraestructura que puede ser utilizadas para que se formen ahí bibliotecas y para que las bibliotecas sean lugares de convocatoria donde se pueda hacer un foro, una charla o lecturas. Los GADs podrían ser parte de un proceso en que los mediadores podrían ser convocados para este fin, con un sueldo mínimo, y que estén presente en espacios de la vida ciudadana como hospitales, buses, cáceles, de manera que el PNL sea un hecho que se respira, que se percibe en todos los aspectos de la sociedad y los medios preguntando, llamando a las casas, ¿que estás leyendo’?
A propósito, ¿qué pasa con las 2000 bibliotecas del SINAB, ¿dónde están funcionando?
-Eso era el SINAB, Sistema Nacional de Bibliotecas, que a algún ministro se le ocurrió echar abajo, porque pensaba reemplazar por algún programa de internet. Y, supuestamente, esos libros tenían que ingresar al Ministerio de Cultura, pero en este momento nadie sabe dónde están y son muy valiosos, porque podrían ser parte de la reactivación de las bibliotecas que soñamos.
Pero, esos libros son bienes públicos….
-Hay el compromiso del Ministro de Educación de ver qué pasó con esos libros…
Personal del Ministerio de Cultura ha viajado a Bogotá y Buenos Aires, ¿Son válidas esta experiencias de lectura para el Ecuador?
-Todas las experiencias de otros países son válidas para nosotros. Fudalectura tiene una experiencia de 30 años en Colombia y ha puesto en práctica varias campañas de lectura y ha ayudado a los gobiernos a implementar estas campañas.
¿Qué aspecto técnico para un plan de lectura aprendieron en sus viajes?
-Trajimos la impresión de que estamos en buen camino, que nuestro plan tiene muchos elementos de lo último que se ha pensado para planes de lectura. Lo que decíamos de la lectura de la madre gestante a su hijo y de los primeros años de lectura infantil. El PNL es un asunto de cada uno, es responsabilidad tuya leerle a tu hijo para que se activen áreas del cerebro que no se activan sin la lectura. En segundo lugar, el hecho de convertir a las bibliotecas en lugares de encuentro. Formar a mediadores para que incidan sobre diversos espacios de la sociedad.
El escritor Antonio Correa, es el técnico del Ministerio de Cultura que acompañó a Edgar A. García, en uno de los que viajes programados fuera del país -a Colombia- en busca de experiencias en planes de lectura.
¿Qué permitió esa experiencia internacional?
-La experiencia para Ecuador nos permite incorporar al plan el aspecto de los derechos de autor. También los criterios editoriales que se manejan, con los nuevos soportes técnicos en eso otros países tienen una gran experiencia. Otro aspecto que hay que destacar es la experiencia que ha tenido el Estado colombiano que dedica a la cultura un significativo presupuesto.
¿Cuánto cuesta, anualmente, un plan de lectura?
-Consideramos que con los materiales que se requieren para difundir el libro y crear talleres de capacitación, la cifra tentativa puede llegar a unos cuarenta millones para los cuatro años.
¿Qué rol le confiere el Estado a la iniciativa privada, en función de un plan de lectura?
–Un rol fundamental, el plan de lectura del país busca impulsar a la industria editorial y a la industria gráfica. Sin estos actores es absurdo pensar que podemos estimular la presencia del libro en el país. Eso significa que miremos, no solamente a los grandes o medianos editores, sino algo importante que son los editores independientes, que se esfuerzan en producir materiales de gran calidad y con tirajes muy pequeños. Tiene que haber un incentivo, se está trabajando en el crear una nueva ley del libro que busque recursos que favorezcan el crecimiento de la industria editorial.
¿En cuanto al sentido de la lectura, el plan se propone orientar acerca de qué se lee? Alguna vez dijo usted, Edgar Allan, que hay que leer libros dulces…
–Los libros dulces tienen la capacidad de seducir al lector de entrada y de convertir a un lector reticente en un lector apasionado; queremos empezar por libros dulces para enganchar a esos lectores que están seducidos por las redes sociales y meterlos en un lenguaje muchísimos más complejo y fascinante que contienen los libros…
¿Qué temas pueden seducir a un lector?
–El tema no importa, puede ser aparentemente árido, pero tratado con maestría, con una adecuada dosis de tensión, con un vuelo poético y una temática que se vuelve seductora. Por ejemplo, para los adultos un libro dulce es Seda, de Alejandro Varico que es un libro pequeñito que tiene una historia de amor muy interesante y que deja una grata impresión. No se trata de Crimen y Castigo, ni de ciertos libros, pero a partir de ese tipo de libros se puede empezar a crear ese interés por la lectura y terminando en La Guerra y la Paz.
¿Un plan de lectura deberá estar apoyado en un plan de comunicación?
–Es imposible hablar de un PNL sin una campaña de difusión, de concientización, que incida sobre la ciudadanía, es importante que por los medios de comunicación y las redes sociales la gente empiece a pensar en la lectura -como algo que no es obligatorio-, que puede ser placentero y que ellos puedan acceder a esta experiencia. Es importante decir que nosotros no tenemos listo un plan de lectura, porque todavia tenemos algunos diálogos pendientes con diversas organizaciones del sector del libro. Solamente con el concurso de estos sectores y mediante su socialización adecuada podremos decir que tenemos un Plan Nacional de Lectura.
Quedamos a la espera. Un libro -dijo Cortázar- es una prueba de que los seres humanos son capaces de hacer magia. Un libro puede cambiarnos la vida.