A pocos días de conocerse el resultado de los comicios presidenciales del 2 de abril, el candidato banquero Guillermo Lasso pronunció una sentencia inédita en el discurso y en la acción politica criolla, en la certeza de que había perdido las elecciones, pese a los augurios de sus encuestadoras afines, Lasso dijo: gobernar desde la oposición. A simple vista parece un contrasentido, puesto que, si gobiernas se lo hace desde el poder, desde el gobierno que controla el aparato institucional del Estado, y si te opones, se lo hace desde la sociedad civil.
Lasso, luego de un forzado silencio de tres meses sale a la palestra con dos propuestas, por decir lo menos, surreales -¿o factibles?- fruto del vacío proposicional que se produce desde el gobierno, que no sugiere qué hacer en concreto, y pone énfasis en desdibujar un pasado económico y político del cual formó parte y, por tanto, es corresponsable.
En entrevista para un canal de televisión, Lasso manifestó que sus “planteamientos deben ser tomados en cuenta por el actual Gobierno para poder sacar de la crisis al Ecuador. A más de ofrecerle su plan económico, el excandidato presidencial insistió en que debe convocar a personajes como Alberto Dahik, Walter Spurrier o Pablo Lucio Paredes para que lo ayuden a resolver la situación actual”. La sugerencia audaz, -e incluso provocativa-, aún no encuentra eco en las esferas de Carondelet, donde se guarda absoluto silencio, acaso por considerar impertinente la propuesta del banquero, o porque se piensa aceptarla bajo determinadas condiciones.
Para distraer del hecho, Lasso intenta una maniobra lingüística, diciendo: se está montando el movimiento Alianza País…Ellos quieren hoy aparecer como Gobierno y también como oposición. Y, a renglón seguido, recuerda que Moreno pertenece al movimiento oficialista, por tanto, debe responder por las acciones económicas adoptadas bajo el gobierno de esa tienda política y que habría llevado a un endeudamiento superior al 40% del PIB (Producto Interno Bruto), que establece el artículo 124 del Código Orgánico de Planificación Financiera.
El banquero deja al descubierto sus verdaderas intenciones, esbozadas en la estrategia global de la derecha política ecuatoriana: “Correa debe ser enjuiciado políticamente y, aquellos funcionarios correístas, sobre todo los que siguen en este Gobierno, no solo tienen que ser enjuiciados políticamente, sino penalmente por haber violado la ley”.
El excandidato de la derecha insiste en remarcar que tanto Lenin Moreno, como Rafael Correa y Jorge Glas son de Alianza País y “conociendo la información resulta que, entre ellos mismos se engañaron, no le dieron información al licenciado Moreno o el licenciado Moreno no está listo para gobernar el Ecuador”.
Este es el punto de fondo en el discurso de Lasso: convencernos de que el gobierno de Lenin Moreno se muestra incapaz de gobernar, por tanto, es viable gobernar desde la oposición. “Desde la oposición desde donde tenemos que decir qué es lo que le conviene al Ecuador. Derogue de la Ley de la Plusvalía, no es cuestión de revisar. Una ley que no produce impuestos al Estado, que ha frenado al sector de la construcción, que ha destruido empleos”, exigió. Proponiendo que, si quieren promover la inversión privada y más dólares en el Ecuador, deben derogar el Impuesto a la Salida de Divisas (ISD) y el Anticipo del Impuesto a la Renta. Esa es la idea central que refleja sus intereses políticos y económicos sectoriales.
Lasso, en insistente actitud, propone que si el “Ecuador es la casa de todos”, también es la casa de Alberto Carrera, de Alberto Dahik, Alberto Acosta Burneo, de muchos otros economistas, por tanto Moreno debe convocarlos ellos, “Jorge Gallardo, Walter Spurrier, Pablo Lucio Paredes alejado del prejuicio ideológico para que lo ayuden a encontrar la mejor salida a eso que llama crisis”.
Para que no exista duda de sus intenciones, afirma: desde la oposición, defendemos el derecho de todos los ecuatorianos de vivir en un país de oportunidades. Y concluye con una idea estratégica central: Pídale la renuncia a JG (Jorge Glas), pídale la renuncia porque él es responsable político de que RR (Ricardo Rivera) haya ganado dinero indebidamente en el Ecuador, que AM (Alecksey Mosquera) se hayan aprovechado del dinero de los ecuatorianos”.
¿Por qué es posible un discurso en este tono afrentoso, qué circunstancias hacen posible que la derecha -perdidas las elecciones- insista en gobernar los destinos del país desde la oposición?
Las razones suelen ser diversas, pero a simple vista se coligen algunos escenarios. El gobierno acusa una importante cuota de infiltración política silente, existen acuerdos inconfesables establecidos previamente, o en verdad la sugerencia de Lasso es una audacia mayúscula. Cualquiera sea el escenario, podemos deducir que solo a un gobierno débil, o complaciente, se le puede sugerir que gobierne incorporando a su equipo cuadros políticos reconocidamente opositores, como Jorge Gallardo, Walter Spurrier o Pablo Lucio Paredes. En el arte de birlibirloque de la política criolla, también puede suceder que la derecha económica prefiera no gobernar desde la oposición: sino influir en el gobierno, sin oponerse, por considerarlo una táctica políticamente más rentable. Sería una forma inédita y creativa de ejercer el poder.