Quito en la temporada estival renace bajo el sol cenital que irradia calor a sus calles y plazas. El ánimo de los quiteños se enciende en una ciudad que se revitaliza en verano. Ventarrones matinales dinamizan el ambiente urbano en las avenidas arborescentes y sus habitantes visten atuendos frugales de vivos colores y vaporosas texturas. Es el verano serrano, época de sol y arte, de vientos y talleres pictóricos que abren puertas a la familia quiteña.
El arte y la cultura develan su rostro amable en estos meses estivales en los Talleres Abiertos organizados por el Municipio quiteño. Este, como en años anteriores, talleristas, artistas y artesanos abren sus espacios para exponer su obra realizada en presencia del público.
Galería Rosero del pintor Carlos Rosero, (Av. Brasil y Zamora esquina), realiza la Semana de Reapertura Temporada 2017 con una agenda cultural de primer orden. El domingo 6 de agosto tendrá lugar el Taller Abierto –promovido por el Municipio de Quito- de las 10h00 a las 17h00, un encuentro especial del público con el artista y su obra. El día jueves 10 de agosto se realiza la Reapertura Temporada 2017, un evento para curadores, coleccionistas y público especializado en la obra pictórica. En esa oportunidad, el pintor Carlos Rosero y su hijo Pablo Rosero inauguran la exposición Puerta del Viento, una muestra singular de pintura y arte audiovisual.
Carlos Rosero, artista manabita nacido Chone en 1952, se traslada a Quito a temprana edad y realiza estudios en el Colegio Nacional Montufar donde muestra su precoz talento en el club de arte escolar. Ingresa a la Facultad de Arquitectura, donde tuvo como profesor a otro de los grandes de la pintura ecuatoriana: el maestro Osvaldo Viteri. Su talento artístico se forja en los talleres quiteños, especialmente en el Grabas, donde junto a Nelson Román y Jorge Artieda -entre trazos y tertulias- fue purificando su estilo. Su pincel rebelde busca expresión propia, un lenguaje singular que lo diferencie de su generación. Y esa tentativa encuentra eco en artistas como Washington Iza, Nelson Román, José Unda y Ramiro Jácome que le muestran el derrotero de la corriente del feísmo. Rosero esgrime el pincel neofigurativo como un decantador de realidades para mostrar el lado oscuro de la sociedad y sus sombríos habitantes conculcados al abandono, la injusticia o la corrupción.
La obra de Rosero se ha exhibido en Paris, Caracas, Lima, San Juan y ciudad de México em diversas exposiciones individuales y colectivas y tiene el importante reconocimiento en 1984 con el Primer Gran Premio en la 1ra. Bienal Nacional de Dibujo, en Guayaquil; en 1985 el Primer Premio en el “Mariano Aguilera” de Quito; en 1986 el Primer Premio en el Salón de Julio, de Guayaquil, luego diez grandes premios de la Primera Bienal de Pintura Iberoamericana de Miami, en los Estados Unidos, y en 1990 una Mención en el Salón Nacional de Grabados de la Casa de la Cultura de Quito.
Galería Rosero se inserta de este modo en el circuito de difusión artística en la capital, organizado por el cabildo quiteño, en un espacio de trabajo que promueve la posibilidad de entablar contacto directo entre el artista y su público. Una jornada que revive el gran entramado de museos, galerías, teatros y talleres en algunos sitios de la capital, que se activan en este circuito, simultáneamente, facilitando la recuperación del espíritu de vecindad.