Una batalla no es la guerra, dice el argot popular. Pero hay batallas decisivas, al punto que pueden llamárselas madre de todas las batallas. La batalla que el martes pasado se libró en la Asamblea Nacional entre el gobierno y la oposición tiene el carácter de gran batalla, capaz de incidir en la confrontación política nacional a largo plazo.
¿Qué estaba en disputa en esa batalla? Nada menos y nada más que la eventual permanencia en el cargo del vicepresidente Jorge Glas, a quien se le acusa de tener responsabilidad política en los casos de corrupción relacionados con la constructora Odebrecht.
La batalla tenía un teatro de operaciones concreto, el Consejo de Administración Legislativa CAL, organismo legislativo que receptó la petición de juicio político de parte de los interpelantes a Glas. El CAL ya había recibido el pedido de juicio anteriormente, y al no encontrar pruebas suficientes, dio tres días para que dichas pruebas sean adjuntadas por CREO, partido auspiciante del eventual juicio político.
El momento clave de la batalla ocurrió cuando el CAL, por segunda oportunidad, determinó la insuficiencia de requisitos necesarios para dar paso al procedimiento de juicio contra Jorge Glas. El caso fue archivado por decisión mayoritaria de cinco parlamentarios contra dos. Entre los argumentos se dijo que de las 128 pruebas que se presentó en el expediente, solo uno señala algún indicio de responsabilidad penal al vicepresidente Glas. Ese único documento sería sobre un laudo arbitral de la empresa Caminosca. El CAL indagó sobre dicho laudo y conoció que está en proceso de apelación en Estados Unidos y no está ejecutoriado y es confidencial. Por ello, el presidente de la Asamblea Nacional, José Serrano, señaló que «probablemente» esa prueba fue obtenida de manera ilegal.
Las disquisiciones son varias. Patricio Donoso de CREO, miembro del CAL, dijo que solo se puede hacer lo que está escrito, es decir tres pasos formales para un juicio político: Solicitud bien fundamentada, anuncio de la totalidad de la prueba y 46 firmas mininas. José Serrano, titular de la Asamblea Nacional, señaló que el archivo del juicio político fue decidido porque la petición incumplía con los requisitos exigidos por la ley. Las funciones del CAL son conocer y verificar cumplimiento de requisitos para que la Corte Constitucional califique la constitucionalidad del petitorio de juicio. Al no hacerlo, se arrogó funciones, según la oposición, y así quedó sin bisturí la cirugía mayor a la corrupción anunciada por el presidente Lenin Moreno.
Así las cosas, la batalla del CAL llegó a su fin con un triunfo del oficialismo. Pero, ¿que hay más al fondo de estas formalidades?
No hay que ser muy clarividente para establecer que aquello que está en juego es una estrategia mayor, más allá de las batallas de rigor. Se trata de la permanencia de Jorge Glas en el liderazgo del proceso, como representante de la línea de Rafael Correa. Su presencia en la lista oficial fue fórmula de triunfo de la candidatura de Lenin Moreno, -todos lo saben- que aseguró la votación dura de Alianza País en las elecciones pasada de abril. Ese es un factor clave que refleja la vigencia de dicha línea al interior de Alianza País y única garantía de unidad.
En el trasfondo del caso está la tácita duda de si Jorge Glas es o no responsable político de la corrupción en el sector oficial o, si esa responsabilidad genera indicios de responsabilidad penal. Por el momento no se sabrá, puesto que el caso no siguió adelante, vía a la Corte Constitucional que debía evaluar la procedencia constitucional del petitorio de dichos juicios.
La presunción de inocencia -penal- es un derecho ciudadano al que también le asiste al vicepresidente. Pero la presunción de responsabilidad política es un factor subjetivo que dependerá de la correlación de fuerzas en disputa. Es allí donde la racionalidad política de las fuerzas de la revolución ciudadana imperó, por sobre las diferencias formales, coyunturales o trascendentales.
En la batalla del CAL, Alianza País actuó como un bloque compacto, sin las fisuras visibles de lo tuits o de las declaraciones de prensa. Y ese referente es clave para el devenir político del movimiento y el propio destino del gobierno. En la medida que la tendencia revolucionaria ciudadana identifique correctamente a su enemigo, evitará caer en peligrosas divisiones que solo contribuyen al fortalecimiento protagónico de una oposición, aún incapaz de imponer sus designios en la estrategia final de borrar del mapa político al legado de Rafael Correa. Lenin Moreno ha dicho que es la hora de sumar. Diríamos que es tiempo de multiplicar y que los múltiplos incidan cualitativamente en las decisiones políticas en beneficio del país. La lucha contra la pobreza, la injusticia social, la exclusión política y la mediocridad cultural, esa es la madre de todas las batallas esenciales que, unidos, debemos librar.