La coyuntura política del país, a partir del 24 de mayo del 2017, se ha caracterizado por un paulatino “distanciamiento” del nuevo régimen de Lenin Moreno con el anterior gobierno de Rafael Correa. Una suerte de ejercicio del olvido, practicado desde las altas esferas del poder empeñado en imponer “un nuevo estilo” de gobernabilidad.
Pero ¿qué es estilo en política? Cuando el presidente Moreno dice tener “un nuevo estilo” de hacer política, alude a cuestiones de forma, cuando en realidad son de fondo. Y una cuestión esencial es tener certeza si aún existe la revolución ciudadana, o cómo se debe caracterizar al gobierno de Moreno, más allá de su estilo personal.
Rafael Correa, minutos antes de abandonar el país, dijo «es obvio que el 2 de abril vencimos a la oposición, pero no estoy seguro si venció la Revolución Ciudadana”. Acto seguido pidió a los ecuatorianos «que siga la Revolución Ciudadana, que por eso votó el pueblo ecuatoriano, que no me vengan que es (un) cambio de estilo, las claudicaciones, el entreguismo, aquí deben prevalecer los principios, la lealtad, la coherencia, la excelencia, no la mediocridad de la deslealtad; estrategias de querer diferenciarse del anterior gobierno, dándole la razón a la oposición».
El ex mandatario fue enfático en decir que «sí Alianza País no habla claro en estas coyunturas, no denuncia pactos inaceptables con el Bucaramato, la entrega de empresas públicas, mejor que deje de existir Alianza País, porque nacimos para luchar contra eso (de) las componendas, la entrega, el reparto de la patria como botín entre piratas». Advirtió que la organización debe hablar «muy claro, sino seré el primero de desafiliarme de Alianza País, porque yo no nací para eso. Toda mi vida he sido coherente, a seguir luchando para que se respete la voluntad del soberano en las urnas, para seguir avanzando en esta Revolución Ciudadana y que para que ese pasado por el que nacimos y triunfamos no vuelva nunca más»
Desatada la tormenta verbal, Lenin Moreno horas después en reunión con su gabinete, hizo declaraciones en tono inmutable que, no obstante, provocan el disenso entre quienes lo apoyaron en las urnas, “he traído un sentimiento de unidad. Por si acaso no se han enterado, ganamos las elecciones, no la ganó Lenín Moreno, la ganó Alianza País…Debemos permanecer unidos y tenemos que propender a un comportamiento respetuoso. Sepan perfectamente que en este período se va a respirar libertad completa…Ahora se respira libertad y eso es maravilloso. De a poco toda la gente va a ir abandonando su comportamiento ovejuno y va a empezar a respirar verdaderamente esta libertad nueva, que es como me siento yo a gusto (…) con que la gente tenga la oportunidad de criticar…”.
La suerte está echada, en la realidad la ruptura entre Correa y Moreno se muestra inminente. Frente a ese panorama, diversas interrogantes ameritan respuestas.
¿Cuáles fueron los principios ideológicos que alimentaron el proceso de Revolución Ciudadana y que hoy se dicen abandonados? Los fundamentos de la revolución ciudadana estan inspirados en la revolución liberal alfarista. La principales raíces ideológicas de la Revolución Ciudadana están en el socialismo del siglo XXI y en la revolución bolivariana de Venezuela, siguiendo su estilo de gobierno socialista y de prevalencia del Estado en la economía y sociedad civil. El gobierno de Rafael Correa ha mantenido una década de política exterior antiimperialista, dándole prioridad a las relaciones comerciales a los miembros del ALBA, Rusia y China, además de promover la integración sudamericana, apoyando fuertemente a la UNASUR.
Ya en la práctica, la prioridad del gobierno correista estuvo centrada en invertir en programas sociales, en lugar de pagar la deuda de Ecuador. Correa criticó el sistema de tratado de libre comercio de Ecuador con EE.UU., mientras insistía en la integración de economías suramericanas. La administración de Correa sugirió que su nuevo gobierno no permitiría un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para supervisar su plan económico.
El gobierno saliente promulgó “planes de inversión social como son Socio Vivienda, construyó casas para los ciudadanos de bajos recursos en varios cantones del país, compró varias empresas de alimentos, construyó Centros de Desarrollo Infantil del Buen Vivir en todo el país, lugares donde se cuida a niños pequeños, se les ayuda con su desarrollo psico-motriz, realizó una campaña buscando erradicar el trabajo infantil, reduciendo el número de precariedad infantil”.
La política exterior de Rafael Correa fue similar a la de otros líderes de la ALBA, como Hugo Chavez y Evo Morales. Desde el inicio de su mandato, Correa mantuvo cercanas relaciones con los gobiernos progresistas de América Latina, particularmente con los de Argentina, Cuba, Venezuela, Bolivia, Brasil y Chile.
¿Qué políticas de ese modelo de gestión presidencial se mantendrán o, caso contrario, cuáles serán echadas por la borda?
Para responder a esta interrogante -en teoría y en la práctica-, es preciso tener claro quiénes son hoy las cabezas visibles del proceso actual. Hace dos meses se constituyó el buró dirigente de Alianza País conformado por Lenin Moreno como presidente, Gabriela Rivadeneira, Raúl Patiño y el propio Rafael Correa, en calidad de presidente vitalicio. Pero otra cosa es con guitarra, dice el pueblo. En la práctica, quién juega el rol ideológico proponderante y quién da la línea y hace prevalecer sus políticas públicas. Está por verse en el ejercicio del poder. No es un misterio de que otros elementos de la política intervienen en calidad de supuestos asesores, como sería el caso de Gustavo Larrea, uno de los fundadores del movimiento gobernante y, empleado con oficina en Carondelet, según las malas lenguas.
Ahora, en la hora de las nostalgias, más allá de las evocaciones cabe preguntarse hacia dónde vamos país. Quién empuja la silla presidencial y en qué dirección. Algunos dicen que se debe dar tiempo al presidente para arrancar su gobierno. Otros sugieren que no es cuestión de tiempo, sino de sentido.
Los escenarios posibles son pocos: Lenin Moreno profundiza su acercamiento hacia sectores considerados de oposición y concreta determinadas concesiones, -que no buscan anularlo, sino utilizarlo-, vía diálogos y negociaciones en temas específicos de mutuo interés, y se provoca la ruptura con el bloque parlamentario de Alianza País, que se vería fragmentado ante esa decisión. Mucho dependerá de la capacidad que muestre Jorge Glas de cohesionar fuerzas en torno al «proyecto correista» y hacerlo prevalecer, escenario que va en desmedro de la permanencia de Lenin Moreno en el poder. En ese supuesto, si el movimiento gobernante no define claramente sus posiciones, Rafael Correa se desafilia de Alianza País, con claras posturas opositoras al régimen de Moreno, y genera sus propios análisis, pretendiendo influir en la política nacional desde fuera del país, sin descartar la creación de un nuevo movimiento afín a los principios de la revolución ciudadana. En ese caso, el gobierno se vería “absorbido” por la derecha y se cumpliría la estrategia que alguna vez mencionó Guillermo Lasso de “gobernar desde la oposición”.
En un tercer escenario, Moreno cierra filas con sectores parlamentarios, -y que estos cedan a los designios presidenciales- “a nombre de la unidad”, para mantener capacidad de maniobra en la Asamblea Nacional frente a las fuerzas opositoras de cara a posibles decisiones trascendentales de tomar, como la llamada muerte súbita y otras propuestas. Las evaluaciones bimensuales que se comprometieron hacer al avance del gobierno, entre la bancada de Alianza País y el Presidente Moreno, será la instancia que determine esa posibilidad.
En todos estos escenarios está latente la postura que deberán adoptar las fuerzas sociales que llevaron al poder a Lenin Moreno y que se sienten «cada día más defraudadas», ante las palabras y los hechos en que incurre el presidente del diálogo. Esa ciudadanía que reclama consecuencia con los principios de la Revolución Ciudadana y, a su vez, coherencia con las politicas públicas implementadas por el Estado, se pregunta: ¿vivimos una revolución perdida?
El pueblo tiene la palabra.