En una acción conjunta del Ministerio de Cultura, Cancillería, Casa de la Cultura y Eskeletra Editorial, se dieron cita en el aula Demetrio Aguilera Malta de la casona Benjamín Carrión, una pléyade de hombres y mujeres del ámbito cultural para realizar el lanzamiento de dos tomos de poesía De la voz y del silencio, de Humberto Vinueza en edición póstuma. El acto matizado por intervenciones musicales concitó la presencia de la Canciller, María Fernanda Espinosa, el Ministro de Cultura, Raúl Pérez Torres, el presidente de la CCE, Camilo Restrepo, el director del Núcleo Pichincha de la CCE, Francisco Ordoñez y Ramiro Arias, editor de Eskeletra. Todos en el común denominador de haber recorrido tramos en la vida de Humberto Vinueza, guayaquileño, poeta tzántzico, filo comunista y fecundo hombre de letras.
Cada uno de ellos en sus intervenciones, fue esculpiendo la figura de Humberto Vinueza en la evocación poética, y en la añoranza política de otros tiempos de lucha. Su semblanza es un enorme ser humano, crecido como constructor de poesía comprometida, palabras e ideas fulgurantes en la magia de sus versos.
La poeta M. Fernanda Espinosa dijo que la suya es una poesía honda, reflexiva, critica, sin perder nunca esa voz lacerante…en un lenguaje cada vez más profundo, sin perder ese vínculo indestructible con lo cotidiano, con el alma popular, nunca perdió su esencia, siempre su voz poética estuvo ligada a las continuas disquisiciones que se planteaba, desde sus primeros versos nada es ajeno a la palabra…nada es real, antes de ser dicho en el poema…
El espejo propicia exilios exteriores:
lo de adentro lo convierte en afuera
y la intemperie en adentro de su médula.
Nadie ha podido meter un pie en el interior
y quedarse anfibio con el otro afuera
o tal vez sí
o el rostro de yo múltiple difuminarlo
y vaciar su figura en alveolo de emergencia.
Ninguna imagen puede jugar a refractarse
de adentro hacia fuera porque quebrantaría el ámbito
donde el espejo acumula pérdidas encuentros cautelas.
O quizás no.
Una transición en alud de hojas
borrará su memoria
en complicidad con la desmemoria fiel.
El espejo manipula exilios interiores.
Raúl Pérez Torres expresó que la poesía de Humberto Vinueza en su largo andar, alumbraba la ruta, alumbraba el acertijo de la palabra en su misterioso lenguaje, para defender el cielo de la palabra, lograr que su luz se haga visible. Francisco Ordoñez evocó el entusiasmo de Humberto cuando llegaba al clímax de sus ideas y convertía las palabras en poesía.
El escritor Fernando Tinajero señaló que la relación entre las palabras y las cosas, es el enigma que invita a explorar la poesía de Humberto Vinueza. Para el escritor, “el lenguaje poético nace cuando la conciencia del poeta se ve traspasada por la sensación de que la membrana de una palabra es acariciada por la música lejana de otra, y va apareciendo en medio de las otras y del destello en la vibración del instante”. En ese momento se produce la encarnación del ser en la palabra, por eso se dice que el poema se revela como invención de realidad, porque es su reverso insospechado. La poesía para Humberto, “es una forma de pensar el ser que siempre ha sido es y será, si bien es un pensamiento distinto del racional, de la abstracción, el pensamiento con todos los alcances de la significación. El mismo ser se encarna en la palabra poética, no es el embellecimiento de la palabra común, es la apoteosis de la palabra”. Eso es la poesía de Humberto Vinueza. Exactamente como se construye la vida.
La poesía de Humberto Vinueza es palabra preñada de ser, en un mundo por nacer a partir de la relación existencial del poeta con las cosas, los parajes, los universos unívocos, distantes y cercanos a todo lo que la palabra apoteosica engendra en una nueva vida construida en la fragua de su creación poética.
El mar subyuga
pone lunas junto al circuito de los romances
y destello de violeta al final del sueño
señala y borra momentos en la playa
jugando entre dos corazones.
Pero aquello que no late en la transfusión de soles
ni en los muelles del espejo unánime
lo fija el poeta con la estela de su ola.
Crea semejanzas para todos los gestos
y apariencias en el aire desitiado del silencio
delimita el vacío y la señal
la sombra que converge hacia la luz
la insurrección desde el asombro.
La palabra existe a condición de su ausencia móvil.