Luego de que las aguas de la politica han vuelto a un cauce normal, el discurso del debate nacional se concentra en un tema vital: la economía. La gran interrogante gira en torno a las medidas que adoptará el presidente Lenin Moreno para conducir el barco del país en aguas agitadas por una crisis que el gobierno reconoce como coyuntural y transitoria; mientras que para la oposición el problema económico es un problema político provocado por el modelo correista.
¿Qué hay que hacer y cómo hacerlo? Esa es la interrogante que debe responder el país para superar las aguas de una crisis que aún no muestra puerto seguro a la vista.
El nuevo ministro de finanzas Carlos de la Torre -en entrevista para El Comercio- ha reconocido frente a la crisis que “el país sufrió impactos enormes por tres factores: la caída abrupta del precio del petróleo, una apreciación del dólar muy rápida y el terremoto. Si bien esa etapa fue recesiva, no tuvimos efectos en el sistema financiero. En ese sentido, se ve que la economía no es la de 1999 ni la del 2006, y pudo enfrentar adecuadamente un ‘shock’ gravísimo. La economía ha resistido”. No obstante, el economista Alberto Dahik, conspicuo representante del neoliberalismo económico, sostiene que “hay una recesión. Lo que ocurre en Ecuador es que la situación es muy grave y contrasta con la declaración del frente económico saliente de que hay una mesa servida, si pero con alimento contaminado y vino envenenado”.
Esta absoluta disparidad de enfoque radica en el origen de dos discursos políticos hasta ahora beligerantes, sin consenso, y mutuamente excluyentes. En el nuevo estilo de gobernanza sugerido por el presidente Moreno, se ha llamado al diálogo, el quid del asunto es con quién dialogar, sobre qué y a qué costo. Dialogar es un asunto entre dos, con un planteamiento concreto y a un costo determinada de aquello que se está dispuesto a ceder.
En contraste, las posiciones oficiales y de la oposición distan de ser similares, no obstante, hay conciencias en señalar que, entre los objetivos nacionales, “uno es el fortalecimiento de la dolarización y otro, el impulso a la producción. Se dará un gran impulso a la producción, con el sector privado y la economía popular y solidaria como motores de la dinámica económica”, como manifiesta De la Torre. En tanto, Dahik sugiere que un programa económico inmediato debe contemplar “proteger la dolarización, conservar la estabilidad del sistema financiero, hacer que la recesión sea lo más corta y menos profunda, y que los costos de los ajustes no recaigan sobre los más pobres”.
En cuanto a dialogar e incluir a los sectores productivos, también hay coincidencias entre la oposición y el planteamiento oficial: “Se dará un gran impulso a la producción, con el sector privado y la economía popular y solidaria como motores de la dinámica económica. En los aspectos tributarios, no habrá reformas sin contar con la participación del sector productivo y privado”, anuncia el ministro De la Torre.
La segunda interrogante clave es, ¿a cuánto asciende el déficit económico del país y cómo salir del pantano?
El Ministro De la Torre señala que, “el déficit fiscal es importante. Déficit significa que se gastó más de los ingresos disponibles en un momento determinado. Este indicador fue de cerca del 7% del PIB en el 2016, lo cual fue resultado de la situación económica que pasó el país. Sin embargo, es una situación normal en las economías”. Para el ex vicepresidente Dahik, “hay una deuda oculta, el problema de la iliquidez del Banco Central y el de la caja fiscal son los temas más complicados, cifra que alcanza los 8 mil millones de dólares, ya que, lo que ha salido del Banco Central, es más de lo que el gobierno ha tomado”. No obstante, gobierno asegura que, “las estadísticas económicas se publican con regularidad y se publican sobre la base de ciertos estándares” con transparencia.
El “diálogo” entre oposición y gobierno debe pasar por ponerse de acuerdo en el idioma y en los temas. Una de las discordancias gira en torno a la solución propuesta para salir de la crisis o, al menos, para salvar el déficit fiscal. Alberto Dahik, sin ambages, desnuda la posición neoliberal en la receta que propone: “Es necesario acudir a los organismos internacionales para lograr ese caudal grande de recursos que permita restablecer el saneamiento de las finanzas públicas, pero esto no es posible sin un cambio del modelo político del socialismo siglo XXII que tiene que ser denunciado por el actual gobierno si quiere generar confianza. Ese modelo tiene que ser cambiado políticamente en base a una gran concertación nacional”.
La posición oficial no es del todo antagónica: “Ahora, los analistas ponen sobre la mesa ciertos temas que tienen una connotación negativa, no porque sean negativos sino porque así se lo entiende desde una perspectiva cultural: endeudarse es malo. Todos los que dicen que endeudarse es malo deberían romper sus tarjetas de crédito. Lo que preocupa es una deuda cara y de corto plazo”, dice De la Torre. Se sabe que el costo financiero ponderado de la deuda está en un poco más del 5% anual, porcentaje que según el gobierno aún es manejable. En este intercambio de criterios, Dahik da la estocada final: El equilibrio de la economía se lo tiene que entender en su conjunto y no con sueños de perro, con estas ilusiones de gente que no tiene experiencia y conocimiento de la realidad.
Dialogar sin tranzar
El analista Juan Paz y Miño, en un balance al gobierno de Rafael Correa ha mencionado algunos aspectos esenciales que constituyen lo que él denomina, “la consolidación de varios procesos históricos” de la revolución ciudadana: “reinstitucionalización del Estado y de sus capacidades para imponer el interés público sobre los intereses privados, regular la economía, y proveer de bienes, infraestructuras y servicios a la colectividad nacional. Un modelo de economía social con mercado, que superó la economía empresarial/neoliberal”.
El historiador Paz y Miño constata y advierte que, “el mayor interés se evidencia en el campo económico, y se hace énfasis en que el “modelo” tiene que cambiar, bajo el argumento de que no es “sostenible” en el tiempo y que hay que dar espacio al sector privado y al capital extranjero, supuestamente postergados durante una década. Y son explícitas las propuestas que apuntan a retirar al Estado, reformar los impuestos y flexibilizar el trabajo. Pero esas políticas, de exclusivo interés privado, son incompatibles con los objetivos de un gobierno que impulsa la continuidad de la Revolución Ciudadana y que requiere de fortalecidas capacidades estatales para lograr equidad, mejor redistribución de la riqueza y ampliación de los servicios públicos en beneficio colectivo”.
Si bien la receta neoliberal sugiere que “en economía debemos alejarnos del concepto de izquierda y derecha porque la economía es una ciencia”, el gobierno de Lenin Moreno deberá poner énfasis en abrir un proceso de generación de un sector mixto de la economía, con participación del sector privado y estatal en áreas de la economía estratégicas y no estratégicas. Consecuentemente, el diálogo deberá girar en torno a la necesidad de impulsar un proceso de unidad nacional, que vaya más allá de la crisis, y que a largo plazo permita consolidar una situación económica estable y confiable. Solo así en la política de la economía, “el diálogo por la concertación” hará sentido a los anhelos de progreso nacional en beneficio de las mayorías.