La política es como el juego de la silla vacía: el que no la ocupa, la ve ocupar. Quien cede la iniciativa, queda relegado a la saga de los acontecimientos. La decisión del presidente Lenin Moreno de suspender los informes presidenciales de los sábados, equivale a conceder la iniciativa política a la oposición. Y tratándose de transmisión de mensajes, no es aconsejable dejar que los medios convertidos en actores políticos opositores, copen el espacio informativo con su versión de los hechos, sin contraste de fuentes y sin que exista réplica oportuna desde el gobierno.
Cuando Lenin Moreno anunció la medida de suspender los enlaces ciudadanos, en la ceremonia de transmisión del mando presidencial, no ahondó en las razones que le asisten para adoptar la decisión de privar al país de su informe presidencial. Solo aludió, vagamente, que buscaría otros mecanismos para informar. A estas alturas ya debió estar diseñado dicho mecanismo de comunicación fluida con la ciudadanía. ¿De qué otra forma entablará el diálogo directo que prometió al país?
Si el presidente cedió a la presión opositora de no realizar informes sabatinos, bajo el argumento de que Rafael Correa usaba ese mecanismo para atacar a Raimundo y todo el mundo, ¿entonces, su cambio de estilo no confrontacional implica silencio oficial? El propio presidente manifestó que prefiere el diálogo al debate, de modo que su relación dialogante que ofreció con el país deberá servir para marcar otro tono de comunicación gubernamental.
Que no olvide el presidente Moreno que, entre otras fortalezas, la comunicación centralizada y oportuna evitó una debacle mayor el 30 de septiembre, cuando se puso en marcha un golpe de Estado que fue abortado por la respuesta de un pueblo bien informado, gracias a la acción de los medios públicos. Prueba de ello, es que una de las primeras acciones violentas de los grupos golpistas, consistió en asaltar por la fuerza las instalaciones del canal estatal, pretendiendo silenciar la emisión al aire del informativo de ECTV.
Si el primer mandatario ha ofrecido una absoluta libertad de expresión vigente en el país, es el momento de que el Estado, con legítimo derecho haga uso de esa prerrogativa, sin que por ello signifique exceder los espacios que confiere la ley en cadenas informativas innecesarias. La comunicación es un factor vital en todo proceso político y Lenin Moreno lo sabe. El medio no es el mensaje, como sugería contrariamente Mac Luhan. El mensaje es el contenido de las ideas fuerza concebido por el ser humano y manifestado por un medio físico de transmisión. La calentura no está en la sabana, un mensaje no es más o menos odioso por ser emitido un determinado día de la semana. Cuando el presidente Moreno reconoce que la sabatina fue «una lección de Ecuador que enseñó a tantos y tantos ecuatorianos sobre la realidad nacional», no se equivoca. El carácter didáctico de los mensajes que el Estado debe brindar a la ciudadanía, es un elemento vital del diálogo constructivo e incluyente que prometió el presidente Moreno.
En el peor de los casos, suspender los informes sabatinos implica limitar un derecho a la ciudadanía a estar informada. La comunicación es un servicio público y un derecho de todos y cada uno de los habitantes del Ecuador, garantizado en la Ley Orgánica de Comunicación que, precisamente, -y no por casualidad- la oposición ofreció por boca del candidato banquero, borrar de un plumazo antidemocrático.
No cabe jugar al juego de la silla vacía, dejando la iniciativa política a una oposición que no abandona su actitud beligerante e incitadora de malos entendimientos. Una oposición que cuenta con un enorme aparato de comunicación privado a su servicio, que no dudará un instante en tomar la iniciativa, diariamente, de mostrar el país que conviene a sus intereses. El Estado está llamado a garantizar una fluida comunicación social; ese es el país que se nos ofreció y que debe hacerse realidad, a través de enlaces ciudadanos semanales del presidente Lenin Moreno que confirmen que la libertad de expresión sirve a todos y es de todos.