Las manifestaciones que tienen lugar en Quito, organizadas por los movimientos SUMA-CREO, tiene visos claros de que responden a una estrategia de violencia, golpismo y actitud antidemocrática de la oposición y sus seguidores. Diversos signos confirman la sospecha de que se busca la caída del gobierno de la revolución ciudadana, desde los llamados a incendiar Quito, asaltar la sede central del CNE y obstruir el paso de túnel Guayasamín por encapuchados que ocultan detrás de un trapo el verdadero rostro desestabilizador. Ya no son «diez mil taurinos» que aburridos por la falta de corridas capitalinas ahora se entretienen dando bocinazos en sus automóviles de lujo, ahora esos mismos propietarios queman llantas y provocan a la policía que ha mantenido una actitud permisiva hasta el momento.
Frente a los ataques a la paz ciudadana provocada por los violentos disturbios callejeros causados por una gavilla de asalariados, la autoridad municipal se hace cómplice con un silencio sospechoso. El alcalde Mauricio Rodas permitió que en sus narices, griten a voz en cuello que “vamos a incendiar Quito”. El burgomaestre militante de las filas de SUMA, aliado de CREO, muestra con su pasividad frente a los hechos violentos, evidente apoyo a los instigadores del caos citadino. ¿Motivo suficiente para que la ciudadanía pida la revocatoria del cargo al alcalde Rodas que, además de una ineficiente administración, da muestraas de querer convertir a la capital en un campo de batalla en contra de sus enemigos políticos? En este caso, no se trata de golpismo municipal, sino del derecho que le asiste a los electores de revocar el mandato a quienes incumplen las espectativas populares. La congestión vehicular, el paulatino destrozo y abandono de las calles por efectos del invierno, y que no reciben adecuado mantenimiento, y la creciente invasión de vendedores informales que nuevamente se toman las calles de Quito para convertirlas en ferias ambulantes sí son, entre otros, claros motivos para solicitar la salida del alcalde capitalino.
Los gritos de los manifestantes frente al CNE con anuencia y apoyo del municipio, tarimas improvisadas, altoparlantes y raciones de comida, constituye un acto de golpismo que estimula la destrucción de bienes, el cierre de vías, túneles y autopistas con propósito oculto de desestabilizar la democracia y apelar a la institución militar instigándola a intervenir en un golpe de Estado. Este llamado está firmado en un documento de Fernando Balda, activista de la derecha política, dirigido al Comando Conjunto de las FF. AA, en la que se exhorta a los militares: “les instamos a actuar con determinación conforme a lo que establece la Constitución de la República en el artículo 158, en función de proteger los derechos, libertades y garantías de los ciudadanía, así como la seguridad interna y externa de la nación, ya que en este caso existe una real amenaza interna que pone en riesgo la seguridad del Estado”
Ya no bastan las vías legales para exigir que se aclaran las presuntas inconsistencias de las actas electorales, además hay que caotizar al país, generar desconcierto ciudadano y azuzar a los militares para provocar la caída del gobierno. Cuando el CNE ha manifestado que existen medios legales de canalizar los reclamos electorales, cuando el movimiento Alianza País accede a revisar las cifras y realizar reconteo de 1.795 actas, ahora ya no es suficiente. Al respecto, Jorge Arroba, responsable técnico del conteo de voto rápido de Participación Ciudadana (PC), manifestó en una entrevista con Carlos Rabascall que «probabilísticamente no hay posibilidad, así se cuente voto a voto, de que los resultados se reviertan», esto sobre el reconteo de las 1.795 actas que ha impugnado el candidato perdedor de las elecciones del pasado 2 de abril, Guillermo Lasso.
El aumento de las demandas de los partidarios de Lasso, se impone acorde con la escalada de violencia en las calles, conforme un plan aprendido a Chile -en los años setenta- de la Unidad Popular, cuando la derecha desestabilizó al gobierno de Salvador Allende, con manifestaciones callejeras, paros del transporte, desabastecimiento de productos, asesinatos y violencia urbana, provocando el sanguinario golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Lección también aprendida de Venezuela, donde la contrarrevolución no se detiene en sus actos violentos, desabastecimiento de productos y provocación violenta a las fuerzas del orden, perpetrada por elementos mercenarios. Si Guillermo Lasso quiere posicionarse como el «Capriles ecuatoriano», comete un claro desatino que le puede costar sus aspiracaiones políticas futuras.
Es hora de hacer prevalecer la ley y la justicia en Ecuador. Esto implica identificar, detener y sancionar a los responsables de la escalada golpista. Al mismo tiempo, amerita devolver la tranquilidad al país, luego de una contienda electoral ganada por Lenin Moreno, según las evidencias, en justa lid.