No terminaba de conocerse la noticia del cambio en la Comandancia del Ejército y la oposición política al régimen se puso nerviosa, inquieta y comenzó a especular sobre los motivos que tuvo Correa para cesar de sus funciones de comandante general de la Fuerza Terrestre al general de División Luis Miguel Ángel Castro Ayala, quien fue reemplazado por el nuevo comandante general de la Fuerza Terrestre, Edison Narváez. El opinadero opositor no se hizo esperar y calificó a la prerrogativa constitucional del Presidente de nombrar a la cúpula militar, como “una metida de manos en las FF. AA antes de la segunda vuelta”
¿Qué se quiso significar con esta insinuación? Lisa y llanamente que se trata de una maniobra presidencial para neutralizar a elementos militares que observan el proceso electoral, como es el caso de Castro Ayala que deliberó con “profundo malestar” por la decisión presidencial. El militar, a través de un oficio emitido el 20 de febrero de este año, en el contexto de la demora en los escrutinios, solicitó al jefe del Comando Conjunto, general César Merizalde Pavón, “se digne convocar al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para analizar la situación actual y de ser el caso realizar un pronunciamiento oficial, de manera urgente, sobre la participación y responsabilidad de la institución durante este proceso electoral, considerando el respeto al orden constituido y a la voluntad del pueblo expresado en las urnas”.
Hoy, en abierta actitud desestabilizadora, se dice que el Presidente Correa quiere prescindir de los controles que todavía existen para que no pueda torcer la voluntad popular el 2 de abril. En coincidencia con la denuncia que hizo el Presidente el sábado pasado, en el sentido de que se pretende echar a correr la bola de un fraude para desconocer los resultados, eventualmente desfavorables para la oposición al régimen. Se afirma con total soltura de cuerpo que «Correa pretende neutralizar a las Fuerzas Armadas el dia 2 de abril para que no se metan con el CNE”
La provocadora insinuación cae en el vacío, puesto que el General Narváez es un militar de carrera, orgánico y respetuoso de las disposiciones constitucionales, que difícilmente se prestaría para ser instrumentalizado al servicio del interés partidista de ningún sector. Torpemente, la oposición busca manosear el prestigio de las FF. AA, atribuyéndoles debilidad institucional para dejarse manejar en juegos políticos.
La insinuación desestabilizadora de los voceros de la oposición topa con la ferrea voluntad profesional de las FF. AA y con su práctica democrática, ya confirmada, en el país durante el proceso de cambio en el que se encuentra la nación ecuatoriana. Juega con fuego un sector de oposición obcecada y violentista, que no se resignaría a perder las elecci0nes el 2 de abril.
Para medir el acierto presidencial, obsérvese la reacción del general Luis Castro el momento de ser cesado en funciones: “expreso mi profundo malestar porque este tipo de decisiones afecta la estabilidad de un glorioso Ejército”. “Es lamentable la decisión del Presidente, pero él sabrá por qué lo ha hecho…» A los soldados del Ejército a que «continúen brindando seguridad al proceso electoral para que se respete la sagrada voluntad del pueblo ecuatoriano”. En conclusión, desde una mirada de altura cívica y democrática, bien hace el Presidente en curarse en salud, frente a corrientes deliberantes al interior de las FF. AA que contrastan con la postura patriótica, subordinada y constitucional de la institución militar.