Una nación sin fronteras no es una nación, dijo Donald Trump. Y para confirmar la pragmática política de su reciente inaugurado gobierno, el mandatario firmó la orden para iniciar la construcción del muro fronterizo con México. También dispuso la creación de nuevos centros para detener inmigrantes no autorizados en la frontera sur y la reactivación de un programa federal para agilizar deportaciones. La factura por el costo del muró será emitida a México, según reiteró el vocero oficial, Sean Spicer: “De una manera u otra, México pagará”. Para demostrar que México va a pagar el muro fronterizo, el presidente de EEUU pretende fijar un impuesto del 20% sobre todas las importaciones procedentes de ese país, el mismo que no se puede aplicar de forma inmediata, puesto que está vigente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado por EEUU, Canadá y México hace más de dos décadas. Un tratado que también quiere revisar y que puede correr la misma suerte que el Acuer,do Transpacífico TPP, del que sacó a EE. UU tras firmar el decreto.
La negativa del gobierno mexicano no se hizo esperar. El presidente Enrique Peña Nieto, aseguró que su país “no cree en los muros” y que no pondrá ni un centavo para su construcción. La frontera mexicana estadounidense tiene 3.150 kilómetros de longitud. El muro de Trump sería de hormigón y acero y tendría hasta 15 metros de altura, cuya extensión podría ser de mil 600 kilómetros, ya que en varias zonas hay barreras naturales y otras son propiedad privada o reservas naturales. El costo calculado de la construcción es de 8 mil millones de dólares, pero es posible que el cálculo se quede corto, según observadores. La conflictiva franja fronteriza está actualmente bloqueada por una malla metálica de mil kilómetros y diversos controles de patrullas motorizadas que se implantaron en 1994 con Bill Clinton. La frontera va desde San Diego y Tijuana en el oeste hasta Matamoros-Brownville en el este.
Trump selló su decisión con una lapidaria sentencia: “A partir de hoy vamos a tener el control absoluto de nuestras fronteras. Y discutiremos con México la mejor forma para coordinarnos para hacer frente a la inmigración desde Centroamérica, para desmantelar a los carteles de la droga, combatir el tráfico de las drogas y frenar el dinero del narcotráfico”.
«Ay Jalisco no te rajes» era el grito de los guerrilleros cristeros que, al sentir miedo al enfrentamiento armado contra el ejército represor de la Iglesia católica, se daban valor con esa frase que se supone que implica no acobardarse ante una situación y hacerle frente. Esa expresión empieza hacerse sentir en el territorio mexicano arengando a los coterráneos a resistir el embate del mal vecino del norte. La amenaza va más allá de la construcción del indignante muro. EE. UU además pretende hacer pagar a los mexicanos aranceles punitivos a sus exportaciones; ejercer presiones a las empresas estadounidenses para que desinviertan en México; y amenazas de deportaciones de ciudadanos mexicanos afincados en EE UU, son medidas que constituyen una agresión en toda la línea a México.
Es tiempo de la solidaridad con el hermano pueblo mexicano. Es el momento de que el sistema interamericano levante una voz de protesta para impedir que se genere un antecedente de agresión impune por parte de USA contra un país de la comunidad latina. Incluso esa solidaridad se debe hacer sentir dentro de los propios EE. UU, al unísono con los alcaldes de las ciudades más importantes de EE UU, que secundados por millones de estadounidenses, han manifestado su intención de no colaborar con la política de deportaciones de Trump, incluso si ello significa ser privados de fondos federales.
Es hora de hacer sentir la voluntad política de las naciones latinoamericanas de no permitir la agresión a uno sus miembros por parte de la potencia del norte, o de cualquier lugar del mundo, bajo ningún pretexto geopolítico. Hoy amerita que se levante una voz alta y clara en defensa de México por parte de América Latina, Europa, y sobre todo la comunidad iberoamericana de naciones. Es el momento de que los organismos de integración regional, en particular la OEA, gestionen acuerdos para presionar al gobierno de Trump, a dirimir sus diferencias con México en el marco de la política del buen vecino y armónica convivencia internacional. La coyuntura pone a prueba la real utilidad de nuestros foros integracionistas, si no para qué sirven. Mientras tanto reacciona la comunidad internacional en defensa de México, ay Jalisco no te rajes.