Incertidumbre es la palabra que define el estado anímico del mundo ante el ascenso al poder de Donald Trump en los EE.UU. Un clima incierto que puede dar pábulo a una era del miedo generalizado, frente a la amenaza de un sujeto impredecible al mando de la potencia mundial norteamericana. Analistas de diversas tendencias coinciden en que el día de hoy marca un antes y un después en la convivencia política y económica internacional con el ascenso al poder del uno de los magnates más poderosos del mundo, ex presentador de televisión y organizador de concursos de belleza. Su impredecible conducta radica en la dificultad que muestra el presidente electo norteamericano de asumir su cargo, es decir, tomar conciencia de la influencia que conlleva su embestidura. Esa postura intransigente que se caracteriza por “la agresividad y una posición dura en defensa de los llamados intereses de los estadounidenses”, sin duda lo pondrá en contrapunto en diversos ámbitos del planeta.
Por la proximidad geográfica, México, vecino de los EE. UU, ya siente la presión de la hostilidad del gobierno de Trump que amenaza construir un muro fronterizo para filtrar el tránsito de mexicanos a territorio gringo, y pasar la factura de la construcción al gobierno azteca. En un contexto latinoamericano y del Caribe, países como Venezuela y Cuba están en la mira del nuevo mandatario norteamericano que, sin duda, pondrá en marcha una política internacional de permanente discordia, incluidas medidas de presión económica y política, cuando no militar.
Las relaciones con Centroamérica estarán marcadas por los intereses económicos norteamericanos, en tal sentido, Panamá juega un rol importante por su ubicación geográfica como país de tránsito comercial. Otro tema es con Costa Rica Nicaragua, Honduras y Guatemala, cuya situación política marcará las relaciones siempre expectantes con los EEUU.
En el sur Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Perú y Ecuador conformarían un foco de interés comercial para los EE. UU, cuyas relaciones y condiciones bilaterales de cada uno de ellos podría ser revisada por el Pentágono, en favor de la potencia de norte. La visión proteccionista de Trump, no incluye acuerdos comerciales de libre comercio con estas naciones. El resto de países integran territorios periféricos para los intereses norteamericanos, sin que esto signifique que no sean política y económicamente vigilados.
A nivel mundial, las relaciones de EE. UU con China y Rusia son claves para la convivencia pacífica planetaria. Y en tal sentido, la óptica norteamericana es diversa en cuanto a las dos potencias. China puede convertirse en el enemigo permanente, con presión sobre la china comunista y apoyo a Taiwán, lo que no deja de ser una incomodidad política para Pekín, que ya cuestionó la presencia de representantes del gobierno isleño en la ceremonia de ascenso al poder de Donald Trump. En contraste, las relaciones norteamericanas con Rusia se prevén de acercamiento con señales que deben verificarse en la práctica. En tanto, en el medio Oriente, la política estadounidense en favor de Israel en contra de los pueblos palestinos, será la tónica candente de los siguientes años, ante la amenaza de Trump de condicionar la migración de estos territorios hacia los EE. UU y de liquidar al Estado Islámico. Esta posición de Trump preocupa a la Unión Europea, -26 países excepto Inglaterra-, porque junto al acercamiento a Rusia, el presidente norteamericano no cree en la OTAN y propicia su debilitamiento, lo que altera el mapa geopolitico de Europa y Medio Oriente.
Hoy es el primer día de una historia diferente a la de ayer. El planeta está a la expectativa de lo que será el gobierno del magnate norteamericano. Los escenarios se verán polarizados por las tendencias ideológicas de los actores y por los intereses políticos y económicos de los gobiernos que representan. Trump dividirá al mundo entre quienes quieren seguir siendo aliados de un socio capitalista que ahora los tratará con frialdad y aires de superioridad y frente al cual la dignidad no cuenta, sino que pesa más la actitud entreguista a cambio de migajas. En la otra orilla, se ubican quienes, por una postura soberana, se pongan de pie frente al imperio con una posición crítica y beligerante. Los días de la lucha antimperialista de las décadas pasadas puede ser un capitulo que la historia reedite.
En el plano interno, los EE. UU podrían atravesar una zona de turbulencia social importante, con protagonismo de diversos sectores étnicos, de género, intelectuales, artistas y migrantes que ya se ven afectados por la política discriminatoria que anunció Trump desde la campaña contra las mujeres, negros y latinos. No sería extraño que la involución de los EE. UU vaya más allá de la década de los sesenta cuando la juventud, trabajadores, minorías y sectores progresistas pusieron en jaque al sistema del país entonces menos democrático del mundo. Las promesas de engrandecer a los EE.UU debe entenderse como una política interna discriminatoria, en favor de las mayorias blancas; y, en lo exterior, como una permanente prepotencia en contra de los países que no le son afines a la potencia capitalista. ¿Iniciamos hoy una nueva era de inseguridad mundial? Todo depende de que el miedo que pretende imponer Donald Trump, de paso a una época de incremento de la lucha contra un régimen que representa una amenaza a la democracia, la liberación y la dignidad de nuestros pueblos.