Con una frase propagandística inspirada, presuntamente, en algún manual de márketing político, Mauricio Rodas ganó la Alcaldía quiteña a Augusto Barrera, y hoy, la misma sentencia le da en los dientes como boomerang: Quito merece más. Mucho más que la baja gestión de un Alcalde que, con sonrisas estudiadas frente al espejo y frases manidas convertidas en “buenas noticias”, prometió que se viviría mejor en la ciudad capital.
Uno de los temas peor manejados por la administración municipal de Rodas, es la transparencia. O mejor, la falta de claridad para asumir temas, sin caer en la sospecha ciudadana o del circulo de funcionarios que ejercen la Concejalía en el distrito metropolitano. En el catastro de su gestión, hay hechos que nunca fueron debidamente aclarados, que han minado la credibilidad del Alcalde quiteño. En los albores de una administración que creó grandes expectativas, el supuesto vínculo con un sujeto asociado al narcocartel de Sinaloa provocó el desconcierto popular y una explicación apresurada de parte del equipo de asesores del burgomaestre.
En el año 2016, las cosas fueron de mal en peor para una administración municipal que no da solución problemas claves de la ciudad, como la congestión vehicular, la inseguridad ciudadana, el uso adecuado del espacio público, etc., entre otros males que propios y extraños advierten con desesperación en la capital.
El caso Mauro Terán es la actual piedra en el zapato de Rodas, una relación política amistosa que el Alcalde no ha negado con un asesor considerado “honorable…que sabrá demostrar su inocencia”. Todo ciudadano es inocente, mientras no se pruebe lo contrario, no obstante, Terán es detenido en el peor momento para las aspiraciones políticas de Rodas, e investigado por un posible fraude tributario y manejo injustificado de varios millones de dólares. La casualidad no existe en materia legal: esto ocurre precisamente cuando está en investigación la corrupción a funcionarios públicos por parte de la constructora brasilera Odebrecht.
Rodas viajó a Washington para reunirse con autoridades de ese país y de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el caso Odebrecht, para solicitar que se revelen los nombres de quienes estarían involucrados en la trama de corrupción. La empresa Odebrecht está acusada de pagar en Ecuador alrededor de $ 33,5 millones en sobornos a funcionarios públicos entre 2007 y 2016, a cambio de contratos que le habría reportado unos $ 116 millones. Odebrecht participa en la construcción de la Fase II del Metro desde inicios de 2016, el caso ha provocado dudas sobre la posibilidad de que este contrato forme parte de la red de corrupción revelada por EE.UU.
El Alcalde, a su regreso de los EE. UU, deberá aclarar cómo se dieron las mentadas “conversaciones informales” en la negociación del contrato de 1.500 millones de dólares en las que habría estado involucrado su asesor político, sin ser funcionario del Municipio, según testimonios de diversos sectores que forman parte del Concejo municipal. ¿Qué se negoció de manera “informal” en dichas reuniones? Eso es lo que debe decir a la ciudad el funcionario viajero. Ya no es aceptable -nunca lo fue-, la mímica de un Alcalde saludando, brazo alzado, con sonrisas y ojos fríos, cual tiburón de la política local. Ya no está en campaña asesorado por el inefable Jaime Duran Barba que reconoció hidalgamente que su cliente es “el joven de buenas familias que no conocía Quito, ni estaba preparado para administrarla”.
Luego de que se destapó el escandalo con la detección de M. Terán, Rodas voló a los EE. UU a denunciar una supuesta persecución oficial. En las últimas horas, desde su cuenta de Twitter, explicó que mantuvo un encuentro con Caleb McCarry, encargado para América Latina del Comité de Relaciones Internacionales del Senado de EE.UU. Luego, agregó que estuvo “en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, denunciando la persecución política en nuestra contra”. Y habría sostenido una reunión con Gonzalo Koncke, jefe de Gabinete de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Elecciones inoportunas
Mientras tanto, en Ecuador el candidato de la alianza CREO-SUMA, Guillermo Lasso, mantuvo distancia con la figura de Rodas al declarar que “la alianza electoral es de CREO con SUMA y no con el Alcalde” Los hechos descritos complotan contra la tranquilidad de Rodas. Las elecciones del 19 de febrero son la peor coyuntura, ante la cual la credibilidad de su administración se cae a pedazos. Un hecho que amerita ser considerado para ver hasta dónde se transfiere, como perjuicio de imagen al candidato de la bancocracia Guillermo Lasso, y hasta qué punto la alianza CREO-SUMA, maridaje electoral de ambos personajes, se afectaría. Sin ser brujo se colige, que el daño ya está hecho.
El aporte que Rodas pretendió dar a Lasso, se relaciona con el estilo de llevar la campaña electoral, inspirado en los planteamientos de Duran Barba: “la gente es desordenada, no soporta la disciplina, de tal modo que desatar un rechazo”, contra el Gobierno es clave, como lo fue hacerlo contra la alcaldía de Augusto Barrera. Victimar a la gente con “excesivos impuestos”, es un tema recurrente de los argumentos de Lasso, que también fue usado por Rodas en su campaña a la Alcaldía metropolitana. Los medios informativos se encargan de amplificar, en una caja de resonancia, el discurso electoral de Lasso, como en su momento lo hicieron con el mensaje de Rodas.
Con la promesa de “vivir mejor”, en la ciudad, Rodas alcanzó la Alcaldía que hoy decepciona con una mediocre administración. Consecuentemente, en la alianza CREO-SUMA “hablan de reducir los “terribles” impuestos de la Revolución Ciudadana, eliminar los impuestos a la salida de divisas, las salvaguardias arancelarias, como argumentos predilectos en contra del gobierno de Rafael Correa. En definitiva, Quito votó por Rodas seducido por una ciudad sin multas, por una autoridad menos “entrometida”, por un gobierno local que deje hacer, que deje pasar, una alcaldía para facilitar los negocios”. ¿Qué parte de dicha promesa se cumplió?
Al cabo de dos años, y faltando otros dos para concluir el periodo de Rodas, Quito aspira más. No somos pocos los indignados ciudadanos que padecemos el caos vehicular, el desacierto de la policía metropolitana, “controlando” el tránsito en las esquinas donde hay un semáforo que, incluso, es contradicho en sus señales por insoportables pitazos de los agentes de policía que, para colmo, muestran pésimos modales con los usuarios de la ciudad. Eso sería lo de menos en una ciudad que se caracteriza por la suciedad y desorden urbano. La indignación ciudadana se manifiesta, enfáticamente, por la poco transparente forma de gestionar la administración municipal, en relación con los acontecimientos que rodean la construcción del Metro de Quito.
El país debe reflexionar si está dispuesto a permitir que el paradigma de Quito se reproduzca a nivel nacional, con una administración que da tumbos. Un supuesto gobierno de la bancocracia, en el afán de desmontarlo todo, destruir 10 años de logros en una década ganada en orden, dignidad nacional e inclusión social, daría lugar a un periodo de peligrosa inestabilidad. A escala local, los quiteños tampoco se pueden dar el lujo de perpetuar en el puesto a un Alcalde que ha hecho gala de aquello que su propio asesor electoral reconoció con desparpajo: “no conocía Quito, ni estaba preparado para administrarla”. Por esa verdad dicha a quemarropa, los habitantes de la urbe quiteña condenan a Mauricio Rodas a su propia espada de Damocles: el derecho a la revocatoria de su mandato. Quito merece más.