Volare…volare oh oh…evocaba una canción italiana de Doménico Mogduno en los años sesenta. Hoy convertida en un clásico, la melodía hacia referencia al sueño endémico del hombre: volar. Sin embargo, pocos nos ponemos a pensar en los peligros que implica contravenir nuestra condición terrestre para emprender el vuelo en un avión. Aunque hoy día, según los expertos, volar es más seguro, nuevos riesgos acechan.
Hay quienes piensan que sin avión no hay travesía. Es decir, no es lo mismo treparse a una aeronave para emprender un viaje -aquello sí da la certeza de viajar-, que hacerlo en transporte terrestre. Volar es cada vez más emocionante y seguro para ir más lejos, a menor costo y con mayor frecuencia. Durante el año 2016 quienes desafiaron la gravedad y emprendieron el vuelo conforman un mercado que, en términos globales, alcanza 3.700 millones de pasajeros transportados de un sitio a otro en el mundo.
Según datos de la aviación civil, la transportación aérea genera 58 millones de puestos de trabajo en el mundo que desempeñan jornadas durante 24 hora diarias, 365 días al año en rutas extremadamente largas que antes eran impensables. En tanto, la proyección de crecimiento del universo de usuarios bordea los 7 mil millones de pasajeros para el año 2034. Una masa humana que no soslaya un hecho, más allá de su crecimiento poblacional vertiginoso: el número de accidentes mortales seguirá disminuyendo, según coinciden en afirmar los estudios hechos por el Centro de Evaluación de Datos de Accidentes de Aviones (JACDEC), de Alemania y la Red de Seguridad en la Aviación (ASN), de Holanda.
Un argumento en favor de los viajes aéreos, señala que la probabilidad de tener un accidente mortal al montar una bicicleta es mucho más alta que al volar en avión. El desarrollo tecnológico y la implementación de avances en la automatización de los aviones, hace que los accidentes aéreos en la actualidad se deban más a errores humanos que a fallos técnicos. Esto pone en evidencia el punto más débil de la cadena aérea: el ser humano. Los buenos resultados de seguridad, en 2016, se deben a una mejor formación de la tripulación aérea para enfrentar jornadas intensivas y la fuerte presión laboral.
El agotamiento y el estrés de los pilotos durante el vuelo es motivo de preocupación para los sindicatos de tripulantes que se muestran alarmados ante una estadística insólita: “cada día en algún lugar del mundo un piloto en un avión británico se queda dormido sin querer, si es que no ocurre incluso más a menudo», según reconoció el director de seguridad aérea del sindicato de pilotos Balpa, Robert Hunter, al periódico británico Daily Mail.
La polémica pone en el tapete la especulación acerca del futuro en que los aviones automatizados realicen vuelos autónomos, sin piloto humano. Una opción técnicamente viable posibilita enviar aeronaves sin tripulación de un punto a otro, pero el mayor obstáculo es la resistencia de los pasajeros a volar en una nave sin un humano que la conduzca. Al menos está opción está reservada para las futuras generaciones, puesto que los expertos afirman que faltan todavía muchos años antes de que una nave emprenda el vuelo sin piloto, y alguien en la inmensidad en las alturas tataree la canción de Mogduno…
Volar oh oh
cantar oh oh oh oh,
en el azul pintado de azul,
feliz de estar allí arriba
y volaba, volaba feliz
más alto que el sol