Por la boca muere el pez, reza el dicho popular. Pero a ciertos personajes de pantalla -o mejor, pantallosos-, no se les arruga la boca para hablar sandeces y repetir consabidos criterios que ya creíamos superados en el país. Ex reinitas, faranduleros y figuretes, se han convertido en objeto de críticas ciudadanas, como el hazmerreír de las redes sociales, por emitir públicamente, inoportunas e impensadas declaraciones. En rechazo a sus afirmaciones miles de memes los condenan, en todos los tonos, por sus discriminatorias afirmaciones que afectan la dignidad de las personas. Expresiones que evidencian el arribismo social, el desprecio de clase, la irreflexión supina, la verborragia incontinente de quienes hoy ostentan una efímera “fama” mediática en canales de televisión, radios y periódicos convertidos en vertederos de estiércol, en cloacas con antena como recaderos de la oligarquía que pretende retomar el poder.
Ya una ex Reina de Quito nos había “deleitado” con sus arribistas adjetivos expresados en contra de quienes pretenden gobernar en representación popular, tratándolos de “muertos de hambre”. Ahora Andrés Pellacini, actor de farándula, hace afirmaciones que denostan la condición del trabajo doméstico, insinuando que su labor en hogares no es productiva: «A la empleada doméstica tengo que indemnizarla si la boto, tengo que pagarle el décimo. Si Yo fuera presidente, si llegara al poder para hacerlo, diría: señores a partir de ahora las empleadas domésticas pueden ser despedidas en cualquier momento, sin ninguna indemnización de absolutamente nada, porque son eso, empleadas domésticas. Las empleadas domésticas no trabajan en una empresa, trabajan en un hogar y su salario depende del salario de esas personas, no se les puede exigir igual que Molinera Nacional, por favor, no es lo mismo, no sean tan idiotas, hay que pensar un poquito señores…no se les puede decir a las personas que cobran su décimo sueldo y tiene que ir, así como está, directito al bolsillo de la empleada doméstica…no sean tan retrasados…”
Ante las infelices afirmaciones de Pellacini, Maritza Zambrano, secretaria general del Sindicato Único de Trabajadoras Remuneradas del Hogar, rechazó las declaraciones de Andrés Pellacini en contra de los derechos adquiridos por las integrantes de ese sector económico en los últimos años. La dirigente gremial recordó a Pellacini que “el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce al trabajo doméstico como cualquiera de las actividades económicas que generan productividad”. Zambrano añadió que no permitirán que este tipo de expresiones a las que calificó como «discriminadoras» se generalicen y que «el pasado, cuando se contrataba a las trabajadoras remuneradas, a veces, solo por un plato de comida y ropa regalada, vuelva». La dirigente en la declaración de prensa añadió que “han luchado mucho por conseguir los derechos de acceso al Sueldo Básico Unificado, afiliación obligatoria a la seguridad social y otros para permitir este tipo de actitudes”. Así mismo, exigió a los candidatos a la Presidencia de la República que hagan pública su posición sobre este tema. En respuesta, Pellacini pidió disculpas públicas «por el video que no mostró toda la conversación» y aseguró que «no estoy en contra de las empleadas ni de sus derechos».
No obstante, en redes sociales la polémica se avivó con la publicación de una fotografía en la que aparece Pellacini junto al banquero Guillermo Lasso, quien en su campaña ofrece “un millón de puestos de trabajos”. Las redes comentaron que es una incongruencia rodearse admiradores que quieren botar del trabajo a las trabajadoras domésticas.
Las afirmaciones vertidas por estos “personajes” públicos, no son solo un agravio a quienes afectan -trabajadoras domésticas despreciadas por su trabajo, personas humildes que ocupan cargos públicos denigrados como muertos de hambre-, etc. son un insulto a la inteligencia, usado como argumento político en una campaña electoral vacía de propuestas. Son el fruto de la desubicación social, racial o nacional, porque habrían preferido ser arios, habrían preferido nacer en Miami y no ser tan cholos, tan amestizados, tan próximos al pueblo.
¡Qué falta hace aplicar con todo rigor una ley que impida el uso de expresiones atentatorias contra la dignidad de las personas! Una norma que pongan a raya las infelices frases concebidas con el hígado o con los genitales. Una legislación que sancione drásticamente a los medios de información que difunden mensajes de odio personal, desprecio racial o social. Una disposición legal que impida al pez morir por su incontenible boca. Una ley que regule la lengua de los deslenguados de siempre.