Los personajes mediáticos suelen ser mitificados hasta que, ocultos tras la imagen pública de buenas gentes, altruistas o benefactores, dicha aureola es puesta bajo sospecha. El gigante de la televisión chilena y, en los últimos tiempos latinoamericana, Mario Kreutzberger, famoso por el seudónimo Don Francisco, es puesto en la mira de la indagación periodística por la investigadora Laura Landaeta. Chile, -su país de origen- junto a todo un continente, ven caer la careta de un personaje considerado intocable.
El su libro Don Francisco: biografía no autorizada de un gigante, (Editorial Planeta, 2016), la autora relata que el mítico personaje es acusado de acoso sexual, hacer negocios con la caridad y la necesidad de la gente humilde, poseer cuentas bancarias en paraísos fiscales, relacionarse con agentes de la dictadura pinochetista y de diversos excesos. En entrevista con el programa Consulta Ciudadana, Landaeta destapa lo que se avizora como un escándalo protagonizado por el mentalizador de la Teletón, considerado un negocio entre cuatro paredes y que nació como “obra social en el corazón de la dictadura que no habría sido posible sin el apoyo de Pinochet” , según manifestó la periodista.
– Yo no critico a los minusválidos ni las obras sociales, lo que critico es el negocio encubierto. Acá hay empresas, prácticamente las mismas todos los años… que pertenecen a los grupos políticos y de poder más importantes del país: Matte, Solari, Luksic y otros más”, indicó la escritora.
La investigación apunta a establecer que con mínimas rotaciones anuales, las marcas recaudan cifras inmensamente mayores que las que donan a la Teletón, práctica que también les permite descontar impuestos y lavar su imagen. La autora del libro va más allá y sostiene que no todas las donaciones en los eventos de 27 horas seguidas, va en ayuda de quienes son beneficiados por la fundación. Según el testimonio de un productor ejecutivo de la Teletón, solo un 20% de lo recaudado llega efectivamente a las personas que se tratan en el programa de la fundación, cuyos balances no son públicos, porque se trata de una entidad privada sin fines de lucro. Landaeta sostiene que el servicio de Impuestos Internos de Chile, no ha indagado la transparencia de la Teletón por considerársela intocable, mientras que Kreutzberger ha ganado terrenos de la Patagonia a precios mínimos, amparado en la impunidad que lo cobija.
¿Dónde va la plata de la Teletón? La respuesta que ensaya Landaeta habla de negociados de la Teletón con distintos gobiernos y la cercanía con los controladores de Prensa, la caja pagadora de la UDI, organización política derechista chilena. De hecho, Carlos Alberto Délano, dirigente, es un cercano amigo de Don Francisco, relación que le habría permitido generar una red de contactos con diversas figuras del espectro político lo que le facilitó participar en licitaciones irregulares.
–El gobierno de Piñera contrata a Délano y a Kreutzberger para que se hagan cargo de la compra de escuelas modulares para la Octava Región. En vez de comprar el gobierno directamente a un proveedor estas escuelas modulares, hacen negocio a través de Kreutzberger y Délano, con lo que se llenan los bolsillos siendo intermediarios en un negocio que perfectamente podría haberse hecho sin ellos, reveló Landaeta.
Simultáneamente, la investigación apunta a demostrar la existencia de millonarios fondos en paraísos fiscales de familiares de Don Francisco, descubiertos en el 2015. También Landaeta reveló la existencia de una cuenta en Suiza del banco HSBC a nombre de Vivi Kreutzberger, -hija del conductor de televisión, y otra a nombre de su hijo Francisco, además de cuentas en Islas Caimán e Islas Vírgenes.
La investigación revela que el mediático personaje, en sus años de televisión, formó lealtades a prueba de todo, que se vieron empañadas por “la conducta soberbia y altanera” que mantuvo con sus más fieles compañeros. Ese seria el caso de Mandolino, Pepe Yeruba, del Chacal de la Trompeta –él quedó fuera de la televisión por obra y gracia de su patrón – y de la cantante Maitén Montenegro, que conocieron “sus facetas menos amables”. En el caso más bullado, Don Francisco se enfrentó a la denuncia por acoso sexual que le planteó la modelo Isabel Gómez, cuya carrera televisiva se derrumbó y término vendiendo autos en un pueblo desértico.
El libro de Laura Landaeta revela, además, cómo Don Francisco despedía a sus más fieles colaboradores cuando creía que ya no le eran útiles. No obstante, mantenía relaciones de mutuo beneficio con Manuel Contreras, principal de la DINA, aparato represivo de Pinochet. A Contreras le era conveniente aparecer vinculado a Don Francisco, a cambio de favores. En una oportunidad –relata Landaeta-, José Toribio Merino, miembro de la Junta Militar, a pedido de una poderosa familia porteña, le hizo una investigación a través de funcionarios de Anclados, el grupo de inteligencia de la Quinta Región de la Armada. En esa investigación encontraron cosas que podrían haber hundido la carrera de Kreutzberger, pero Contreras intervino con Pinochet y logró que el resultado del informe no se hiciera público. El texto abunda en detalles escabrosos, como el que relata las sesiones de sexo oral que Don Francisco mantenía en su oficina con chicas del público a cambio de premios del programa o algún regalo personal. O, el negocio que mantuvo el animador de televisión con la venta de pulseras de falsos atributos mágicos a miles de incautos.
En su dilatada carrera Mario Kreutzberger ejerció influencia sobre políticos poderosos que recurrían a él para “limpiar su imagen” en campañas sociales, o para convertirse en socios de negocios realizados por los personajes más cuestionados del empresariado y la política chilena. El temor a la denuncia ha silenciado mucho de las irregularidades que, presuntamente, cometió el astro de la televisión, incluidas las llamadas anónimas que recibió Landaeta, “advirtiéndole que no se meta con MK”, luego de que su trabajo periodístico fue rechazado en varios medios nacionales: no es facil desenmascarar a Don Francisco, pero es el camino que elegí, concluye Landaeta. El punto más álgido tuvo lugar cuando la periodista solicitó una entrevista a Kreutzberger para la revista Qué pasa, y éste la hizo salir de su auto -donde se suponía daría la entrevista-, diciéndole: “Así que tú eres la huevona que escribió el reportaje de la demanda por acoso sexual, y ahora quieres una entrevista? Olvídalo. No vuelvas a meterte conmigo. Bájate”. Landaeta y su fotógrafa fueron abandonadas en medio de una carretera por un arrogante Don Francisco.
El maratónico programa Sábados Gigantes que Don Francisco mantuvo por más de cinco décadas en la televisión chilena, fue “el opio de un pueblo reprimido, asustado, descontento, pero con miedo”. Landaeta dice en su libro que en ese programa “eran horas de hipnosis frente a la tele” De hecho, el primer show de aliento a las tropas golpistas, el mismo 11 de septiembre de 1973, fue realizado en la Escuela Militar por Don Francisco y Mandolino. De eso poco se sabe, pero pese a que nunca se casó del todo con la dictadura, hasta el día de hoy habla del “régimen militar” y de los beneficios económicos que trajo al país. Y para el dictador, Kreutzberger representaba ese circo perfecto que permite mantener adormecido al pueblo, así que fue un mutuo beneficio, como parece ser todo en la vida de este señor, concluye Landaeta.
Kreutzberger proyecto la imagen de un apolítico durante toda su vida, excepto cuando apoyó públicamente a los democristianos Enrique Krauss y Patricio Aylwin, presidente de Chile por la coalición de gobierno de la Concertación, que habría beneficiado al animador de la tele “con concesiones, ventas y licitaciones de muchos negocios, barcos, terrenos en la Patagonia”. El gobierno de Piñera no fue una excepción, puesto que lo nombró intermediario en la compra de escuelas modulares para la octava región de Chile, luego del terremoto. En la vida pública, Don Francisco ha sido “un gestor político y social que bajo las sombras se ha enriquecido y ha generado convenientes negocios en torno a la política, sin importar creencias ni ideologías”. En tanto en su vida privada –según Landaeta-, Don Francisco tiene facetas de un consumidor de alcohol y adhesión a fiestas, mujeres y la infidelidad.
–También es un personaje ambicioso, que busca siempre estar ligado al poder y no es un padre excepcional, -dice Landaeta-, al menos uno de sus hijos así lo ha sentido siempre y en el libro lo relato con detalles. Todas y cada una de esas actitudes y características son parte de este monstruo de las comunicaciones.
El monstruo de la televisión latinoamericana, proyectado en un libro polémico, ha saltado a la fama como la antítesis del chileno bonachón, generoso y dicharachero frente a la cámara, texto que ha sido ya censurado en algunos medios del pais sureño como Canal 13, TVN, Mega, La Red, El Mercurio, La Segunda, LUN, La Tercera y La Cuarta. Un hecho mediático que confirma que el gigante herido, sigue siendo intocable.