El cine tiene esa condición de ser memoria y premonición. Registra y se anticipa al tiempo, en una amalgama de saberes y sentires que dan cuenta de una época como el reflejo de una realidad siempre cambiante. Espejo de la condición humana, sus credos e incertezas, el buen cine enseña verdades históricamente válidas. En los anales del cine hay filmes que marcan en su axiología paradigmas de vida, valores y descréditos, que influyen en la cultura vigente.
Este es el caso de la célebre película de Bernardo Bertolucci, El último tango en Paris, realizada en 1972, con la actuación memorable de Marlon Brando y Maria Schneider. Realizada en una época donde todavía imperaba la moral del régimen, es decir, la censura, con el paso de los años ha adquirido el rango de “película culto y leyenda urbana”. En la memoria de quienes la vimos, en 1973, prevalece la escena más notable por su realismo: un Brando cuarentón viola a Maria de 20 años bajo los reflectores y la cámara encendidos. A cuarenta y cuatro años de haber sido rodada, la escena es motivo de polémica ante la confesión de B. Bertolucci, en entrevista para La Cinémathèque Française, de que con Brando idearon la idea de usar la mantequilla como lubricante para la escena de violación, pero optaron por no decirle a Schneider sobre ese hecho antes de disparar la cámara.
Se trata de una de las escenas más controversiales de la película nominada a los premios de la Academia, X-rated. La actriz Maria Schneider, de 19 años en el momento de filmar, dijo posteriormente en entrevista que se sintió violada por Brando y Bertolucci: Esa escena no estaba en el guión original. La verdad es que fue a Marlon a quien se le ocurrió la idea…Sólo me lo contaron antes de que tuviéramos que filmar la escena y yo estaba tan enojada. Debería haber llamado a mi agente o mandado a mi abogado al set, porque no puedes obligar a alguien a hacer algo que no está en el guión, pero en ese momento no lo sabía. Marlon me dijo: «María, no te preocupes, es sólo una película», pero durante la escena, aunque lo que Marlon estaba haciendo no era real, lloraba lágrimas de verdad. Me sentí humillada y para ser honesta, me sentí un poco violada, tanto por Marlon como por Bertolucci. Después de la escena, Marlon no me consoló ni se disculpó. Afortunadamente, sólo había una toma.
Sin embargo, a diferencia de lo que nos encontramos hoy en día en la mayoría de las películas que pretenden incomodar al espectador, la escena no es gratuita. Betolucci la utiliza para explicar la frustración de Paul, el director de un hotel de París cuya esposa acaba de suicidarse cortándose las venas en la bañera. Sumido en estos pensamientos, Paul deambula por un París decadente, cuando se cruza con una chica a la que atrapa en un viejo apartamento. A Paul no le interesa saber quién es, cómo se llama, ni a qué se dedica, y solo le deja hablar de su vida si omite los detalles que revelarían su identidad. Lo único que desea es usarla para liberar todos los sentimientos que reprimió con anterioridad. Bertolucci hace una especie de deconstrucción de Paul, para liberarlo de sus instintos animales.
La técnica de esa escena del filme francés que busca que los protagonistas sean y no actúen, es utilizada recientemente en el filme ecuatoriano ALBA por Ana Cristina Barragán. Un aspecto cinematográfico que pone en el tapate una ruptura con las normas del método clásico de actuación, sugerido por Konstantin Stanislavski: la relajación, la concentración, la memoria emocional, las unidades, los objetivos y los superobjetivos: “Mi sistema es el resultado de búsquedas de toda la vida…he tratado de encontrar un método de trabajo para actores que les permita crear la imagen de un personaje, insuflándole la vida interior de un espíritu humano, y a través de medios naturales, encarnarlo en el escenario en una bella forma artística”, señala Stanislavski.
Lo que ocurre en el set de El último tango en Paris, durante la escena de la mantequilla, es por antonomasia, lo contrario. Bertolucci lo describió en reciente entrevista con las siguientes palabras:
-La escena se llama la secuencia de la mantequilla, es una idea que tuve con Marlon en la mañana antes de filmarla. Estaba en el guión tenía que violarla de alguna manera. Estábamos tomando el desayuno con Marlon, había una baguette y había mantequilla, nos miramos y sin decir nada, sabíamos lo que queríamos. Pero, de alguna manera, he sido horrible con María porque no le dije lo que estaba pasando, porque quería su reacción como niña, no como actriz. Quería que ella reaccionara humillada. Y creo que ella me odiaba, y también a Marlon, porque no le dijimos. Pobre María. Murió, murió hace dos años, creo. Y yo estaba increíblemente triste. Después de la película realmente no nos vimos, porque ella me odiaba.
En la actualidad, la confesión de Bertolucci ha suscitado polémica en las redes sociales. Hay quienes le critican haber hecho una escena consideraba ya no de ficción, sino de real ataque sexual, por tanto no debió hacer un filme de ficción, sino un documental. ¿La historia absolverá al filme y su director, en su libertad de crear y recrear la realidad? El tiempo lo dirá.
–Me siento culpable pero no me arrepiento. Para hacer películas, alguna vez, para obtener algo, creo que tienes que ser completamente libre.
Mientras tanto, el cine seguirá siendo, con sus claroscuros, el reflejo existencial de la condición humana.
Vea escena del filme El ultimo tango en Paris en https://www.youtube.com/watch?v=I2WAS31za7I