La expulsión de Venezuela de Mercosur, el bloque comercial más importante de Sudamérica, es la crónica de una decisión anunciada. La advertencia estuvo hecha por sus socios a Venezuela, desde hace 4 años, con argumentos que mezclan temas económicos, políticas y derechos humanos. Y la decisión hoy de poner fuera de la alianza al país llanero, responde a una estrategia ofensiva de la derecha política internacional que se ha tomado el poder en países de la tripleta conservadora conformada por Argentina, Brasil y Paraguay. El ultimátum dado a Venezuela para que cumpla ciertas obligaciones, y que vencía el 1 de diciembre, no es más que el argumento de un guión preestablecido tendiente a poner en línea a la nación bolivariana con las políticas neoliberales que imperan hoy día en la organización comercial sudamericana.
Venezuela se había adherido al bloque el 4 de julio del 2006, incorporándose luego con plenos derechos en el 2012, momento en que suscribió diversas normativas incumplidas, según sus socios. Entre las exigencias económicas impuestas por el Protocolo de Adhesión al Mercosur consta el impulso al libre comercio entre los países miembros, situación que el gobierno de Nicolas Maduro no auspició al no adoptar el nomenclador arancelario común con cero aranceles entre los cuatro miembros, asi como determinadas políticas macroeconómicas de libre comercio y corte neoliberal. Este hecho le fue perdonado a Venezuela mientras Argentina era gobernada por Cristina Fernandez de Kichner, pero a la llegada al poder de Mauricio Macri, la posición gaucha se endureció contra los venezolanos. La situación se volvió insostenible para Venezuela, una vez que en Brasil dejó la presidencia Dilma Rousseff, en Uruguay abandonó el poder José Mujica y en Venezuela se hizo sentir la audiencia de Hugo Chávez, con quien estos países mantenían relaciones políticamente solidarias. El presidente Hugo Chávez, en su momento, resaltó la importancia de la incorporación de Venezuela como miembro pleno del Mercado Común del Sur para la construcción de la Patria Grande que impulse el desarrollo de los pueblos del continente.
Argentina hoy con Mauricio Macri y Brasil con Michel Temer en el poder, deterioraron rápidamente el vínculo con el gobierno de Nicolás Maduro: el bloque se pasó de izquierda a la derecha de la noche a la mañana. El broche de oro lo constituye la presión que ejerce la negociación de Mercosur con la Unión Europea por la firma de un acuerdo de libre comercio. El «problema» con la presidencia de Mercosur que correspondía ahora a Venezuela, es que afecta la proyección internacional del Mercosur y las negociaciones comerciales con la Unión Europea. El viejo continente no acepta la irregularidad de un miembro de Mercosur, situación que usará como excusa para imponer determinadas condiciones al bloque sudamericano.
La salida venezolana del bloque sudamericano traerá repercuciones mutuas. El bloque era el principal socio económico para el gobierno llanero con claras ventajas comerciales. En tanto, Venezuela se habia incorpotado al desarrollo del Mercosur con las principales reservas de petróleo del mundo, certificadas en 297 mil 570 millones de barriles de petróleo, las mayores del mundo reconocidas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). «Venezuela llega al Mercosur completamente, con toda nuestra pasión, voluntad y deseos de integrarse dignamente en un nuevo mecanismo de integración que vaya más allá del comercio», dijo Hugo Chavez en el inicio de la integración venezolana al bloque comercial, pero la historia se encargó de minar esa voluntad entre las partes.
En términos políticos, las exigencias contra Venezuela tienen que ver con el presunto incumplimiento en la defensa de los derechos humanos, debido a la permanencia de presos políticos en territorio llanero. Un comunicado de las cancillerías de Argentina y Paraguay citan la falta de cumplimiento de una “normativa esencial” en ese tema. Mientras que Brasil reclama a Venezuela no haber suscrito «importantes acuerdos», entre los cuales consta el Compromiso con la Promoción y Protección de los Derechos Humanos firmado en 2005 en Asunción. Además, el país carioca acusa a Venezuela de no haber incorporado el acuerdo de Residencia para los Nacionales de los miembros de Mercosur, que facilita la movilidad de personas y la tramitación de la residencia en el territorio común. La operación contra Venezuela en el Mercosur parte, especialmente, de Brasil, Argentina y Paraguay, enfocados en que el bloque converja con la Alianza del Pacífico, que incluye a Colombia, Chile, Perú y México, con miras a acceder a los acuerdos Transpacífico y Transatlánticos de los Estados Unidos, como también recomienda el centro de estudios Atlantic Council (financiado por Chevron, el banco HSBC, Kimberly Clark).
La expulsión venezolana de Mercosur se cumplió como la crónica de una muerte anunciada, el deceso de una alianza que, más allá de los intereses económicos, ha hecho prevalecer los designios políticos, confirmándose que hoy por hoy las alianza pasan por estrategias mucho más cerradas que el libre comercio, a la hora de trazar senderos comunes entre las naciones sudamericanas. Venezuela ha denunciado que la triple alianza, convertida en cuarteto anti venezolano, vulnera la legalidad de Mercosur como organización regional. Sin duda, una trizadura contraria a los afanes de integración que hoy están codiciados a que existan coincidencias y voluntades políticas entre naciones de la región.