Ecuador enfrenta el desafío de optimizar la gestión del conocimiento y hacer prevalecer los derechos del talento humano nacional. El reto supone aprobar el Código de Economía Social de los Conocimientos, la Creatividad y la Innovación (Código Ingenios), cuerpo legal que revoluciona los procesos de obtención y uso del conocimiento generado en el país, a través de la creación artístico intelectual, investigación científica y social e innovación tecnológica. El nuevo proyecto concibe a la propiedad intelectual como herramienta útil para el cambio de matriz productiva y su uso instrumental válido para el ejercicio de otros derechos como la salud o la educación.
En el contexto del análisis de contenido del proyecto, el código en discusión ha recibido aportes de la comunidad nacional e internacional en un escenario positivamente incluyente. El economista surcoreano Ha-Joon Chang, académico de la Universidad de Cambridge, EE.UU, en una mirada crítica al proyecto de ley, relaciona la investigación aplicada con el uso de tecnologías vigentes y acceso al conocimiento como factor de impulso de nuevas actividades económicas.
Chang manifestó en entrevista de prensa que el Código Ingenios está intentando abordar el asunto de quién posee los derechos de propiedad intelectual porque, en el mundo contemporáneo, existe una relación muy complicada entre la propiedad y el uso del conocimiento. Cuando existen normas muy restrictivas, las personas no pueden usar el conocimiento y éste es la principal materia prima para la producción del conocimiento. Por tanto, a menos de que se pueda acceder fácilmente a libros o a tecnologías, no se puede introducir conocimiento en los procesos productivos. Si las normas protegen demasiado a los propietarios, la propiedad intelectual se convierte en un obstáculo para la creación de conocimiento.
La valoración del académico surcoreano rescata la dinámica existente entre educación y productividad, poniendo énfasis en el flujo libre de la información como condición para democratizar los saberes humanos, y de ese modo lograr la colectiva construcción de una sociedad basada en el conocimiento. Una premisa esencial que coincide con la apreciación del directivo del IEPI, Dr. Hernán Núñez, en el sentido de que el conocimiento debe ser libre, con excepción de los derechos de propiedad intelectual a favor del titular para su explotación, compensando la creatividad, inversión, investigación o desarrollo tecnológico.
En opinión de Chang, el Código Ingenios es una muy buena ley para resolver algunos de los problemas relacionados con la propiedad del conocimiento. No obstante, el mayor desafío que enfrenta el país de cara a la nueva ley en discusión, se relaciona – según Chang-, con la necesidad de invertir en la educación de las nuevas generaciones apoyándoles con becas para que estudien ciertas disciplinas fuera del país en ciertos campos (…) pero, a su vez, se debe coordinar lo que el sistema educativo enseña con lo que el sector productivo requiere.
La experiencia surcoreana aparece como un referente válido a ser tomado en cuenta en Ecuador, a la hora de vincular y delimitar la relación existente entre educación y productividad empresarial. Quiero enfatizar que no estoy sosteniendo que las escuelas se conviertan en los sitios donde se entrenan trabajadores para las empresas. Para lograr seres humanos integrales se necesita una educación general que incorpore artes, música u otras materias humanísticas, sugiere Chang.
La educación integral que tome en cuenta asignaturas humanistas, sociales relacionadas con los saberes cientificotécnicos es un factor clave en la formación de cuadros profesionales en capacidad de dar respuestas integrales a los retos que impone el proceso del conocimiento y su aplicación en la actividad industrial. Chang puntualiza al respecto: A nivel de la educación secundaria, copiamos la experiencia alemana y desarrollamos escuelas vocacionales a través de las cuales, desde temprana edad, los jóvenes acceden a pasantías, adquieren destrezas y logran integrarse al sector productivo. Se crearon mecanismos para que las universidades trabajen con las empresas en el desarrollo de investigación aplicada dirigida a resolver problemas particulares pues, muy frecuentemente, lo que necesita el sector productivo son soluciones concretas.
En esa línea de pensamiento el Código Ingenios, -en opinión de Hernán Núñez-, genera bases administrativas, jurídicas e institucionales para la construcción de la matriz cognitiva como principal elemento de matriz productiva y articula la institucionalidad de los sistemas de educación superior, nacional de cultura, ciencia tecnología e innovación y productivo. Esa relación organica y necesaria entre sistemas educativos y sistemas productivos determina, ni más ni menos, la clave para el éxito de la nueva modalidad de gestión del conocimiento generador de progreso.
Uno de los aspectos pendientes es, sin duda, el financiamiento requerido para la investigación académica aplicada, cuestión que en Corea del Sur está resuelto a través de acuerdos voluntarios, mediante los cuales las empresas proporcionan una parte del financiamiento requerido para la investigación. En Ecuador es preciso pensar en otros esquemas de financiamiento para generar investigación, más allá de determinadas necesidades específicas. El economista Chang puntualiza: también se requiere financiamiento fiscal para investigación pública que genere conocimiento utilizable por distintas empresas. El interés público es más amplio que el interés comercial. Al respecto de esto último, los estadounidenses han sido muy buenos y han creado industrias de alta tecnología a través de un cuantioso financiamiento público de investigaciones.
En un balance global, Chang destaca que el país está muy comprometido con la construcción de un ecosistema de conocimiento. Ese reto implica privilegiar el uso productivo de la tecnología, cuestión que a juicio del académico surcoreano se debe encontrar un camino propio para poder aplicarlas en un contexto nacional particular. Y ello porque, para crear más conocimiento, las ciudades tecnológicas requieren mucha interacción entre quienes trabajan en ellas. En tanto, el país debe optimizar de manera prioritaria sus recursos disponibles: Ante todo, en la actual etapa de desarrollo económico de Ecuador, se pueden alcanzar muchos objetivos efectuando mejoras marginales a las tecnologías existentes. También se puede aprovechar aquella tecnología que no está sujeta a derechos de propiedad intelectual porque venció el lapso de duración de sus patentes, sugiere Chang. El experto concluye en que el actual sistema impide el uso de muchas tecnologías y, en ese sentido, el Código Ingenios es el futuro del sistema de propiedad intelectual convertida en gran asunto de aquellos países que buscan su desarrollo económico y social.