Acaba de aparecer en Quito un libro que es el fruto amoroso de Abdón Ubidia y Ruby Larrea. Efecto del afecto profesado a la ciudad y de los apegos que unen al escritor y a su compañera pintora en un atisbo esencial sobre la ciudad: Quito, una ciudad, dos miradas.
Abdón Ubidia, consagrado escritor ecuatoriano, acreedor del Premio Nacional de Literatura y el Premio Nacional Eugenio Espejo. Siempre vinculado al trabajo intelectual, Ubidia ha participado en múltiples simposios y seminarios en diversos lugares del mundo y ha realizado investigaciones de campo como recopilador de leyendas y tradiciones orales. Múltiples relatos suyos -novela, ensayo y cuentos-, han sido traducidos al inglés, francés, alemán, ruso, italiano y griego. Su novela Ciudad de invierno ya ha alcanzado veinte y dos ediciones.
Ruby Larrea, pintora y dibujante imbabureña, se radica en Quito y se forma como artista en la Escuela de Bellas Artes y en la Facultad de Artes. Su trayectoria se inicia en 1980 con una muestra en el Museo Guayasamín, con el tema Una ciudad, una mirada, plasmada en la serie que incluyó rincones coloniales, portales, campanarios y aleros realizados a lápiz. Ha participado con su obra en múltiples exposiciones colectivas e individuales. Preocupada por temas de género, ha incursionado en lenguajes de óleo, acrílico y témpera con una temática ecológica, a través de una plástica entre lo figurativo y lo abstracto.
Nuestro conversatorio, ameno y sincero, tiene lugar en su departamento en La Mariscal. Abdón y Ruby, desentrañan secretos de un amor perdurable por la ciudad de Quito, mientras bebemos sendas tazas de te turco. Ruby, poseedora de un exquisito oficio, dibuja veladuras y trazos finos y rescata a la ciudad en una metáfora de su perpetuidad.
-Yo empecé con dibujo a lápiz, -confiesa Ruby- me llamó mucho la atención el centro histórico, entonces veía una arquitectura maravillosa y pensé que podía hacerlo con lápiz y ponerle una neblina, quería hacer surrealismo pero no fue lo que conseguí, está ahí una niebla misteriosa en las cúpulas y tejados de la ciudad.
Insinuamos que sus dibujos tienen algo de onírico, pero ella considera que no necesariamente es así, y que más bien es una búsqueda de la religiosidad, “exactamente, así es, entre lo hermoso de todo lo que tiene el centro histórico, son las iglesias y retablos barrocos”.
El sugestivo título del libro Quito, una ciudad dos miradas, editado bajo el sello Kvierníkolas, provoca cuestionar si en verdad se trata de dos miradas o de una sola que la pareja de artistas arroja sobre una ciudad que encierra varias ciudades.
-Yo creo que hay una sola mirada, -reconoce Ruby-, pero con dos formas distintas de expresarla, yo pinto y Abdón escribe. Pero es una mirada igual que tenemos de la ciudad, es el asombro que nos ha dado Quito.
Abdón estima que los dibujos de Ruby pertenecen a una época muy concreta en la que, al final de los setenta, se requería recuperar a Quito y su historia, básicamente con un canto al centro histórico.
–Son los grandes templos, los rincones coloniales. No es un homenaje a la colonia, sino al Quito perdurable lo que hay en esos dibujos. Yo, por generosidad de Ruby, le puse unos textos entresacados de aquí y de allá inéditos y algunos que provienen de los libros que he escrito sobre Quito, Sueño de Lobos, Ciudad de invierno, La madriguera, Callada como la muerte, muchos cuentos. Pero ¿qué recoge la literatura? Recoge lo no perdurable, la liviandad de la vida, lo que Kundera diría la levedad del ser. Que es en el fondo el transcurrir de la vida en su precariedad, en su clara aprensión puramente poética, porque no da para más la vida de todos los días. Y la literatura es un reflejo de la vida, señala Abdón.
Guayasamín en la parte inicial del libro, caracteriza la obra señalando que son dibujos limpios, nítidos y femeninos. ¿Existe un arte femenino?
Yo creo que no; una mirada talvez, pero no un arte femenino. El maestro se refería a la delicadeza, al trazo, porque yo utilizo al lápiz y lo uso en sombras, sino en casos mínimos. Él lo tomó como femenino. Yo quería poner otro elemento a la ciudad para quitarle esa estructura sólida de la arquitectura, concluye Ruby.
No obstante esa solidez, quieres proteger a la ciudad. ¿De qué hay que protegerla?
Hay que protegerla de toda la gente que quiere destruirla, ya que tenemos muchos alcaldes que han venido hacer horrores en ella.
Esa suavidad, luces y desvaídos, ¿forman parte de una mirada tuya, o la ciudad realmente es así con niebla real?
Hay una niebla real y eso nos ha ayudado a que la ciudad permanezca.
Y la ciudad permanece en el trazo de unos dibujos que develan, más allá de lo aparente, profundos arraigos de Ruby con la urbe: Yo he demostrado como he amado a Quito, porque he dedicado parte de mi vida a dibujarlo y a representarlo. Ahora se están perdiendo esos valores, lo que es permanente.
Abdón sugiere que tus dibujos son una memoria de una mirada. ¿Es eso cierto?
–Será que me ha visto trabajar intensamente en esos mismos temas, con la ciudad a la que he ido todos los días a mirarla y a tomar apuntes a recorrer los conventos, creo que se refiere a eso.
¿Será que se refiere a eso?
Sí, yo siempre admiré de Ruby esa perspicacia para captar los detalles, además de jóvenes ella tenía una vista telescópica, jugábamos incluso a leer rótulos que estaban a un kilómetros de distancia y ella veía perfectamente las letras. Entonces esa capacidad visual que ella ha tenido si repercute en el amoroso tratamiento de los dibujos. Recordar tantos detalles, es como la memoria de una mirada, de su modo de mirar a la ciudad. Primero, en lo contundente de sus edificaciones históricas y, luego, en la levedad que tiene bien mostrada por esa neblina, sobre todo que sale en los atardeceres. Pero yo creo que esa neblina es una especie de abrigo, no creo que proteja mucho, porque una neblina no puede proteger, sino creo que le da una sensación de amparo a la ciudad. Una neblina que está tan perdurable como están los edificios coloniales.
El libro fue concebido hace algunos años, pero solo esta semana sale a la luz con un lanzamiento que tendrá lugar en el aula Benjamín Carrión de la Casa de la Cultura ecuatoriana las 19h00 del martes 8 de noviembre. Entre lo transitorio y perdurable de una ciudad registrada por Abdón y Ruby, vivimos la existencia de una urbe cambiante, pujante en ciertos aspectos y muy conservadora en otros. El escritor valora la obra de su compañera en la pintura.
–Pienso que hay muchas ciudades, pero la que retrata Ruby es la ciudad perdurable. En los años setenta la ciudad se dividió entre un norte esplendoroso y un sur. Por otra parte hay las ciudades secretas, ahora escondidas, de las grandes urbanizaciones; o las ciudadelas amuralladas, pero también la ciudad pobre de los suburbios y tugurios en el Centro Histórico o las lomas del Pichincha. Esa diversidad puede dar cuenta la literatura porque es muy móvil. Yo siempre rescato que los dibujos de Ruby, básicamente, se centran en lo perdurable.
Y, finalmente, ¿de quién es la idea de estas dos miradas?
Bueno, esta idea tuvimos hace muchos años, y se nos ocurrió que podíamos juntarlo en un libro, ahí está el resultado, concluye Ruby.
Abdón aclara que quería hacer un libro para Ruby, básicamente, de dibujos y pinturas. Pero ella no quiso sino que fuera yo un poco de compañía de contrabando. Y pensé que había un desequilibrio entre lo esplendido de los dibujos y, más o menos, lo pergeñado de los textos. Quería demostrar que mi interés no había sido ocasional, sino que había demostrado ese amor por la ciudad y, por supuesto, por la artista que la captura. Entonces, la verdad es que amamos a la ciudad.
Queda hecha la invocación a leer Quito, una ciudad, dos miradas. La perfecta conjunción de dos miradas en una, porque en sus páginas emerge una verdad luminosa, que la pintura deviene en lo instantáneo, en lo que puede durar, pero se dará siempre como un golpe de vista. La literatura se asemeja más a la música, porque necesita del tiempo de un decurrir para poder manifestarse.