De cara a la conferencia mundial Hábitat III que tiene lugar en Quito, del 17 al 20 de octubre, Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU, instó “a los gobiernos nacionales y locales a los planificadores urbanos y a las comunidades de todo el mundo a centrarse en el tema de la vivienda. Garantizar que todo el mundo goce de dignidad y oportunidades depende de que las personas tengan acceso a una vivienda asequible y adecuada. Espero que la Conferencia Habitat III sea un éxito y que contribuya a promover nuestra agenda para el desarrollo sostenible en beneficio de toda la humanidad.»
Más allá de la ostentosa declaración de Ban Ki Moon, cabe precisar que dichos propósitos quedarán, nada más como aspiracionales, a no ser que se revisen las políticas neoliberales que han regido la actividad comercial de la vivienda en el mundo, y se de paso una agenda vinculada a un desarrollo holístico para ordenar las ciudades con grandes concentraciones.
Y el desafío está planteado en el sentido de dar impulso a aspectos básicos del ambiente, movilidad, planificación territorial y transporte, aspectos vinculados al sistema urbano que tiene el objetivo de mejorar la calidad de vida de la gente. La cita mundial en Quito deberá plantearse soluciones que permitan construir ciudades incluyentes con la participación de las denominadas alianzas público-privadas que ayudan a la transformación de las ciudades como esquemas urbanos integrales. El reto de Hábitat III pasa por reconocer la necesidad de dar respuesta a cuestiones elementales relacionadas con la gran presión existente de servicios básicos, de uso del suelo, agua potable y planificación, al tenor de nuevas ideas y acciones que beneficien a la población. Reconocer, además, que la cuarta parte de la población mundial -y esto no es ninguna metáfora-, sigue viviendo en asentamientos precarios e informales. En este panorama se deberá tomar en cuenta que los problemas urbanos son complejos, por los diferentes aspectos que enfrentan los municipios y gobiernos seccionales en vialidad, movilidad, transporte.
Una realidad que deberá ser abordada con decisión por Hábitat III es el acceso a una vivienda adecuada, puesto que un número creciente de habitantes de las ciudades, especialmente los pobres y los grupos vulnerables (mujeres, inmigrantes, personas con discapacidad y VIH, ancianos, jóvenes y personas LGBT) están viviendo en condiciones precarias, haciendo frente a sus necesidades de vivienda de manera informal, sin acceso a los servicios básicos y el espacio vital, aislados de los medios de subsistencia y vulnerables a los desalojos forzosos o la falta de vivienda. Según estudios internacionales, se necesitan alrededor de unos mil millones de casas nuevas para el año 2025, para dar cabida a 50 millones de nuevos habitantes urbanos por año.
La lucha por la vivienda, es la lucha por los derechos humanos de la población. Trátese de los más vulnerables, como de los sectores menos pauperizados de la ciudadanía. Una reflexión mundial sobre el tema, debe incluir la creación de una nueva conciencia sobre el acceso universal a una vivienda asequible en las zonas urbanas, los pueblos y las ciudades. La agenda urbana que debe tomar en cuenta estos problemas, emerge como un imperativo en la ciudad de Quito, urbe caótica, desordenada y con servicios municipales disminuidos. Las soluciones que deben emerger de Hábitat III, en la perspectiva de un nuevo orden urbano sostenible, continúa siendo una asignatura pendiente.