Hombre afable, sencillo, de diálogo coloquial, buenhumorado, Lenin Moreno es la carta de triunfo con la cual el movimiento político Alianza País, y una amplia coalición de sectores sociales, enfrentan las próximas elecciones presidenciales ecuatorianas. Moreno, a sus 63 años no teme a los desafíos, luego de una vida de bregar por la vida, la mayor parte de las veces, con una sonrisa en los labios. Se siente con el peso de multiplicar fuerzas y sumar voluntades para lograr emular el laurel de un gobierno que dio estabilidad al país durante una década:
–El éxito del gobierno ecuatoriano se reconoce a nivel internacional, pero eso es pasado. Yo quiero hablar de futuro. Uno luminoso, con éxito, riqueza, empleo, emprendimiento, inversión, bienestar y valores, dice con sencillez.
Considerado el rostro humano de un proceso político de fuertes liderazgos, un carismático Lenin Moreno asume la posta de Rafael Correa con la vocación de dialogar y persuadir, convencido en sus principios y valores, porque cree “que hay que abrir los brazos a quienes no coinciden totalmente con la postura de uno.” Con una sonrisa amable mientras responde las interrogantes, Moreno es un hombre sano, de fuerza física y espiritual que no deja dudas, no obstante, agradece a quienes se preocupan por su salud: “Estoy muy bien, tanto así que dirigí por 6 años la misión Manuela Espejo que llegó hasta lo más escarpado del país. Me conozco todos los rincones de la Patria y eso significa que puedo hacerlo”.
Su labor profesional a la cabeza de la Vice Presidencia y luego como delegado de las Naciones Unidas confirman su fortaleza moral para enfrentar retos con decisión y convicción, aun cuando una silenciadora actitud mediática no ha sido generosa en reconocer sus virtudes: “Hemos recibido un reconocimiento y cuatro premios internacionales que por una buena razón (no estoy reclamando) no se han publicado en los medios. Se ha realizado un trabajo grande para promover la creación de políticas públicas que protejan los derechos humanos y permitan la accesibilidad de las personas con discapacidad, tal como lo ha hecho Ecuador”.
Su trayectoria lo posiciona como una alternativa válida para un país que requiere liderazgo firme, pero con vocación de servicio, y Lenin Moreno, renuente a todo protagonismo fatuo, asume el compromiso de trabajar por el país con humildad; pero, sobre todo, con la dignidad de un estadista: “No tengo excesivo afecto al poder, que no sea únicamente para servir al pueblo ecuatoriano. Si algún momento se puede servir a la sociedad desde la política, es una falta de ética no hacerlo.”
El candidato presidencial está consciente que el futuro no es precisamente un camino de rosas, es un tramo de lucha donde se deberá “trabajar con denuedo; evitar cualquier confrontación y, de surgir alguna, solucionarla con tolerancia, humildad, respeto y cariño; y que dialoguemos con todos los ecuatorianos, independientemente si piensan o no como nosotros, porque es necesario escuchar sus críticas para el futuro de Ecuador”.
En esa labor eligió al primer colaborador de su equipo Jorge Glas, actual Vice presidente de la República, un técnico de probada experiencia en la administración de proyectos públicos.
–Pensé en que necesitaba un apoyo fundamentalmente técnico. Jorge Glas es un ingeniero y ha seguido la marcha de todos los proyectos multipropósitos, de las centrales hidroeléctricas, de la eficiencia de las empresas públicas que rinden buena utilidad, de la energía limpia, etc. Además, es un buen padre y esposo.
El binomio así definido, se propone responder al apoyo que actualmente le expresa el pueblo en las encuestas, con clara conciencia de que el país necesita consolidar sus logros sociales y avanzar hacia un futuro de estabilidad. En esa línea, Lenin, -como le dice el pueblo-, no rehúye el desafío de seguir el camino trazado por el actual presidente Rafael Correa.: “Continuidad en todo lo que se ha hecho bien. Trabajo, tesón, identidad con los más pobres. Esa es la condición”.
Al saberse con la responsabilidad de optimizar lo realizado por el actual régimen, Lenin está consciente que las actuales condiciones no son las mismas que hace diez años, cuando el Ecuador inició el proceso de cambio social en el que se encuentra inmerso.
-Estamos en recesión económica, pero a mí el término crisis no me molesta, porque es el momento de tomar decisiones. Hay que reconocer que el Gobierno ha sabido manejar perfectamente el momento con medidas acertadas y correctas, a pesar de los 7.000 millones que se pierden cada año por concepto de ingresos petroleros, de los $ 3.500 millones que hay que pagar para rescatar a nuestros hermanos de Manabí y Esmeraldas, la devaluación de las monedas en los países vecinos, sobrevaloración del dólar y demás problemas.
Detrás de la sonrisa afable que pone epílogo al diálogo con Lenin, candidato a la Presidencia de la República, hay un hombre cabal, dispuesto a proyectarse en uno de los imprescindibles que propone Bertolt Brecht, esos que luchan toda una vida por la vida.
Basado en entrevista para el El Telégrafo