La relación entre una ciudad y sus habitantes es siempre conflictiva. Y si esta es una ciudad grande, enorme, que se expande por la necesidad, ese conflicto se acrecienta. Como una herida que se abre a cada momento, sin posibilidad de cicatrizar.
“Sin muertos no hay carnaval”, le dice un personaje siniestro a su ahijado, en la nueva película de Sebastián Cordero. Y habrá muertos. Claro que los hay.
La trama de la película está construida con base en varias historias personales que se cruzan por el tráfico de tierras en Guayaquil. Lisandro Terán, un abogado traficante de tierras interpretado por Andrés Crespo, tiene en sus manos a los de la toma y a los dueños, a unos y otros, ubicado en un punto intermedio que hace que el espectador se plantee dónde radica el poder de una persona. A su alrededor se mueven, con cautela y desconfiando, los otros personajes: los dirigentes de un club de fútbol que cuentan con dinero, pero no con las conexiones; los habitantes de la toma, que cuentan con algo de plata, no mucha, jamás, y nada de conexiones. Indefensos todos en su realidad. Incluso es un ser indefenso Terán cuando le toca asumir sus constantes maldades.
En un paisaje que raya entre lo bucólico y lo salvaje, lo rural y lo urbano, esta película muestra una faceta de Guayaquil que seguramente no le gustará a muchos: en el reconocimiento hay vergüenza. Pero también gustará muchísimo a otros que aprecian el sentido crítico que debe tomar el arte, sin entrar en el panfletarismo: se vive una situación, se la retrata, se reflexiona al respecto; ese es el proceso. Y así Sin muertos no hay carnaval se convierte en un retrato crudo de cosas que suceden y que seguirán sucediendo, como en una narración que sigue sucediéndose cuando los estereotipos se repiten y la injusticia social es lo asentado, lo ‘correcto’.
Es una película para ser vista, apreciada, admirada. Y reflexionada.
Los personajes
Cordero, en una rueda de prensa, dijo que estaba contento con el nivel actoral del elenco, pues no notaba desigualdad en sus interpretaciones. Y digamos la verdad: en general, las actuaciones son muy buenas, y cabe resaltar la de Daniel Adum, quien realiza este trabajo por vez primera y que interpreta muy convincentemente a un guayaquileño de posición acomodada que sin embargo no sabe bien cómo manejarse en el mundo sin la tutela de su padrino. El joven actor mexicano Diego Cataño pasa totalmente por un guayaquileño promedio, enardecido por la injusticia; Víctor Arauz transmite la ansiedad del personaje alcohólico y dejado a un lado por su familia; María Josefina Viteri, real, plantada en su rol de esposa un poco sumisa y a la vez proactiva. Y Andrés Crespo se apodera del personaje de Terán, lo hace suyo, nos muestra la cara más desfachatada de esos pequeños tramposos del poder.
Los escenarios
La película fue rodada en Monte Sinaí, donde para el actor Víctor Arauz la gente vive de una manera más pura, menos desconfiada. Ahí habitan personas humildes, que trabajan duro para ganar su sustento y que se han visto una y otra vez atropelladas por el poder de los traficantes de tierras y por el Estado. No tienen apoyo ni adónde huir. No existe para ellos otra salida que resistir, y eso se ve en la película.
En cuanto a las impresionantes tomas en el estadio de este equipo que se inventaron los productores ¾utilizar uno real hubiera acarreado problemas, además de que Cordero señaló que una cosa es hablar de los dirigentes y otra de la hinchada, algo importante¾, se llevaron a cabo en un estadio donde se produjo providencialmente un partido entre Emelec y Barcelona. Luego, cambiaron en edición digital los detalles.
El sonido
La música original para la película fue compuesta por Toño Cepeda. Además, el sonido directo deja la sensación al espectador que está ahí, en esa ciudad de aire acondicionado, de selva, de griterío, calle y naturaleza, gritos: Guayaquil.
La distribución
Sin muertos no hay carnaval fue ya estrenada en Monte Sinaí, donde fue rodada, pues para Cordero era importante que esa gente que tanto colaboró con su obra pudiera ser la primera en verla, en comprobar su aporte. Desde el 2 de septiembre, la película estará en todas las salas del país, y luego se verá su participación en festivales internacionales.
Fuente REVISTA BABIECA
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