El que calla otorga dice el dicho. Como ciudadano y como periodista, no puedo guardar silencio ante los desafortunados comentarios que el señor Alfredo Pinoargote, lector de noticias de Ecuavisa, emitió el jueves pasado durante una entrevista con el consultor chileno Patricio Mery Bell. En una confrontación periodística tensa, el anchor presentó al chileno como «consultor de Alianza País», algo que éste desmintió al instante: «Una apreciación, yo no soy consultor de Alianza País, soy consultor internacional que vengo a observar lo que está sucediendo en el país», replicó Mery y recibió una evasiva respuesta del entrevistador: «Bueno, así nos habían informado”, comenta la prensa nacional.
El presentador Pinoargote, enseguida, se mostró molesto y desencajado por las respuestas del chileno, quien destacó el trabajo del gobierno de Rafael Correa durante 10 años, a pesar de la actual recesión mundial, situación que no le hizo ninguna gracia al anchor del canal quiteño.
El funesto diálogo se desarrolló en los siguientes términos: «Tú vienes de Chile con argumentos de Alianza País». El consultor optó por una sonrisa sarcástica y siguió afirmando que el Ecuador era más estable que Brasil (con golpe de Estado) y Argentina (con tarifazos de hasta 500%). Y fue ahí, en esos segundos, que el entrevistador perdió la cuerda: Pinoargote: Pero Chile estuvo estable con Pinochet también durante muchos años… Mery: Perdón, pero mataron a 3.000 personas… Pinoargote: Pero era estable, era estable… Mery: Usted va a comparar una democracia elegida por los votos, con una dictadura que mató a 3.000 personas… Pinoargote: Yo no las comparo, pero si hablamos de estabilidad hay que ver en qué consiste…”
Ante este vergonzoso episodio protagonizado por un canal de la prensa ecuatoriana amerita aclarar que la dictadura del Pinochet, que asoló al Chile entre 1973 y 1990, provocó las más grave situación social y humanitaria del mundo por los crímenes directos cometidos por los organismos de seguridad de la dictadura. Además de los centenares de desaparecidos provocados por la represión que, con toda “estabilidad”, sostuvo la dictadura militar chilena por casi dos décadas.
De acuerdo a los informes de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (Informe Retigg) y la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura (Informe Valech), la cifra de víctimas directas de violaciones de los Derechos Humanos en Chile, ascendería, al menos, a unas 35. 000 personas, de los cuales unos 28. 000 fueron torturados, 3.197 muertas, de las cuales 2.095 habrían sido ejecutadas extrajudicialmente, y al menos 1.102 habrían desaparecido. Además, unas 200.000 personas habrían sufrido el exilio y un número no determinado (cientos de miles) habría pasado por centros clandestinos e ilegales de detención.
Son de dominio público los actos de corrupción de la familia Pinochet, el uso de poderes desmedidos para obtener ganancias ilícitas durante 17 años. Así como la política económica neoliberal aplicada por el régimen, que provocó la quiebra de 10 mil industrias en los primeros diez años de dictadura.
Los organismos de inteligencia norteamericano, sistemáticamente, han desclasificado documentos de la CIA en los que se revela la injerencia estadounidense por acciones que provocaron, mantuvieron y justificaron la dictadura militar de Pinochet. Recientemente se ha conocido que el crimen cometido en contra de militares democráticos como Orlando Letelier, Carlos Prat y otros, fueron ordenados de manera directa por Augusto Pinochet Ugarte.
¿Cómo se puede hablar de estabilidad de un régimen asesino, depredador de su pueblo y altamente corrupto, cuando las evidencias de inestabilidad, miseria y dolor de Chile en manos de Pinochet las conoce todo el mundo?
Las afirmaciones del lector de noticias de Ecuavisa solo se explican por la intemperancia periodística, ante lo cual en honor a la ética que rige esta actividad, se debe otorgar el derecho a la réplica a miles de familiares de los asesinados y desaparecidos por la dictadura de Pinochet, en similar espacio donde se afirmó tan aberrante despropósito.
El periodismo responsable no es patente de corso para decir lo que se nos venga en gana, sin estar bien informado o sin investigar. Y habiéndolo estado, sin la menor impudicia de ofender la sensibilidad de miles de personas que fueron víctimas de la más sanguinaria dictadura de la historia del continente americano. La mentira es la madre de todos los descréditos de la prensa irresponsable.