Recordamos en Ecuador los 91 años de la Revolución Juliana iniciada con el golpe de Estado de la joven oficialidad del Ejército el 9 de julio de 1925, y que comprendió dos juntas provisionales y el gobierno de Isidro Ayora (1926-1931).
Después de las luchas por la Independencia, la Revolución Liberal (1895) fue la más importante transformación en la historian del país. Pero poco se ha resaltado a la Revolución Juliana que debiera considerarse como la tercera de mayor importancia nacional, y que los sectores oligárquicos siempre trataron de ocultar.
La Revolución Liberal cerró el siglo XIX-histórico. Ejecutó un programa perteneciente a las luchas de ese siglo. Movilizó los principios económicos liberales. Las Constituciones de 1897 y 1906 proclamaron los más amplios derechos y garantías individuales. No pudieron plantear un principio de reforma agraria. La revolución se desarrolló en el marco de la ideología liberal, contando con amplio apoyo popular e incluso el soporte de las burguesías nacientes. Sus logros en educación, legislación, obra pública y reforma cultural son fundamentales para el Ecuador del presente.
La Revolución Juliana, en cambio, abrió el siglo XX-histórico. Se produjo bajo una serie de condiciones: la severa crisis económica, el agotamiento del Estado Liberal, el declive del bipartidismo liberal-conservador, el despertar del movimiento obrero, un ambiente internacional de avance de la conciencia social, la instalación del socialismo en la Unión Soviética (1917). Sobre todo, fue una reacción contra las poderosas oligarquías, particularmente de la bancaria, que habían mantenido sujeto al Estado como instrumento de sus intereses.
Hasta ese momento, los bancos eran emisores de billetes, controlaban el régimen monetario y eran prestamistas de los gobiernos. Todavía existían cuentas públicas descentralizadas y hasta autónomas, sujetas al manejo privado y político. Y los primeros núcleos de trabajadores carecían de derechos fundamentales, en un país homogenizado por el sistema oligárquico-terrateniente.
Los gobiernos julianos por primera vez fiscalizaron a los bancos, centralizaron las rentas y organizaron la hacienda pública bajo una Ley de Presupuesto. Con el concurso de la Misión norteamericana de Edwin W. Kemmerer crearon el Banco Central, la Superintendencia de Bancos y la Contraloría. Los julianos inauguraron la misión social del Estado, con el Ministerio de Previsión Social, la Caja de Pensiones, las Direcciones de Salud y leyes sobre contratos laborales, salario, jornada y sindicatos. Este conjunto de políticas, que por primera vez en la historia definieron el activo papel del Estado en la economía y en el trabajo, fue ampliamente respaldado por los sectores medios y populares del país. Naturalmente provocó la reacción de las oligarquías y en especial de la plutocracia que lanzó una campaña regionalista permanente, intentando movilizar el “guayaquileñismo” y sosteniendo que “el oro de la Costa se quieren llevar los serranos”.
Pero la Revolución Juliana, que incluso se inició en Guayaquil, recibió amplio respaldo en la misma ciudad. Víctor E. Estrada, ilustre banquero guayaquileño, no solo saludó a los julianos, sino que se consideró un precursor de sus ideas económicas. El esfuerzo de los gobiernos julianos por obras y mejores condiciones de salubridad y servicios médicos en Guayaquil fue reconocido en la misma época. Y la legislación social protegió algo más a los trabajadores, de cuyas filas provinieron los muertos del 15 de noviembre de 1922, víctimas de la represión de las mismas oligarquías que resistieron a las transformaciones julianas.
Los julianos iniciaron el Estado social, particularmente en dos campos: la atención a la “cuestión social” y el intervencionismo financiero. La Constitución de 1929 fue la primera en proclamar los derechos sociales laborales. Introdujo el criterio de “función social” de la propiedad y de redistribución de las tierras.
La Juliana puso las bases para superar el Estado oligárquico, debe ser considerada como el primer gobierno de izquierda en Ecuador (no necesariamente marxista) y movilizó un precario ideario socialista. Creó instituciones cono el Banco Central, la Superintendencia de Bancos, la Contraloría, el Ministerio de Bienestar Social, la Caja de Pensiones, y estableció regulaciones inéditas como el impuesto a la renta, sobre ganancias del capital, el régimen salarial, la planificación presupuestaria, los principios laborales, etc.
Los logros de la Revolución Juliana marcarían la vida nacional al menos durante las siguientes siete décadas. Sin embargo, desde aquellos años, son las élites del poder económico las que se han lanzado contra el “estatismo”, han cuestionado los impuestos y particularmente el de rentas, han objetado las políticas sociales y han cuestionado las instituciones y servicios públicos.
En las fiestas de Guayaquil y en el calendario histórico del Ecuador, la Revolución Juliana ocupa un sitial importante por su posición social y antioligárquica. Por eso es que los grupos de poder procuran tapar el significado de dicha revolución y en Guayaquil hay quienes la tildan de “ignominiosa”. La Revolución Juliana constituye un hito para la historia del Ecuador contemporáneo.
FUENTE: Ecuadorinmediato.