La semana pasada ocurrieron dos hechos que marcarán la historia de América del Sur y de Europa en las próximas décadas: el alto definitivo al fuego bilateral entre las Fuerzas Armadas Colombianas y la guerrilla de las FARC-EP –firmado en La Habana-, y la salida de Reino Unido de la Unión Europea –mediante referéndum-. Los dos sucesos afrontan la etiología de la paz.
1.- Todos conocen las traumáticas heridas de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial lo que creó la necesidad inaplazable de pensar su devenir al margen de todo conflicto que implicara, además, el propio escenario de sus territorios. La Unión Europea se estructura como la concreción de una aspiración histórica en la que confluyen economía y política en una idea matriz: las democracias de postguerra. Hacerlo fue escabroso por todas las variables de la segunda mitad del siglo XX: los conflictos de sus antiguas colonias; los recelos de la guerra fría; el crecimiento de otras potencias ajenas y lejanas a su legado de ilustración y razón; la obscura relación con Estados Unidos; y, por dentro, la siempre amenazante economía alemana. No obstante, la UE se terminó de conformar a principios de la década de los ’90 del siglo pasado… justo después que el “bloque socialista” había caído estrepitosamente. El rumbo liberal tomó fuerza y el Estado de bienestar parecía muy consolidado.
Dos décadas más tarde Europa colapsa y la crisis económica y social lleva a varios de sus países a tomar medidas extremas y de ajuste. El discurso y las recetas parecían copiadas de la América Latina de los años ’80 y ’90, y las protestas en Grecia, por ejemplo, mostraban la decadencia política de sus dirigentes y, en simultáneo, la vitalidad de su gente. Hasta hoy que, en medio de las nuevas y criminales migraciones hacia Europa, Reino Unido decide salir de la Unión Europea; porque blindarse del pasado y, sobre todo, del presente, es la única opción que tienen aquellos que por siglos explotaron a quienes, sin saberlo, les dieron construyendo el capitalismo.
2.- Los Diálogos de Paz entre el estado colombiano y los líderes de las FARC-EP dan sus frutos luego de más de 3 años de discutir los puntos de una extensa y acotada agenda social, política y económica. El jueves 23 de junio firmaron en La Habana el cese al fuego definitivo. Pero falta la r{ubrica final de los Acuerdos de Paz que -al parecer- será pronto. La paz, principio de la vida social de los pueblos, también reivindica a la política como el utensilio humano que complejiza, afina y define las dificultades que el corpus social crea en su incesante acontecer.
Las declaraciones de La Habana relievaron las condiciones de un país en paz. Timoleón Jiménez enfatizó el deseo de hacer política sin armas y Juan Manuel Santos ratificó que bregará para que ello ocurra aunque expresen ideologías distintas.
Aunque lo realmente transcendental empezará una vez diseñada la hoja de ruta de ambas partes luego de la firma final. Tal sendero, sembrado de espinas, es el que despejará la idea de la política como derivación auténtica de las tantas luchas sociales que hay en Colombia y en cualquier lugar que anhele otro futuro.