Eva Rocío Villacis, corresponsal de El Periódico Hispano.com de la ciudad de Nueva York, ha entrevistado al escritor ecuatoriano Edgar Allan García acerca de la situación de la izquierda latinoamericana en un análisis esclarecedor.
Frente a los tropiezos electorales ocurridos en Venezuela, Argentina y Bolivia, mucha gente se pregunta sí la izquierda Latinoamericana estaría entrando en una crisis sin retorno, lo que sin duda tiene perplejos y desorientados a muchos actores políticos ante estas novedades que eran impensables hace una década. Esta nueva realidad, según muchos analistas, obliga a la izquierda a concebir una propuesta alternativa frente al neoliberalismo, que con ribetes autoritarios avanza en nuestras tierras. A fin de tener una idea esclarecedora y orientadora de esta coyuntura, conversé con el doctor Edgar Allan García, escritor, poeta y analista político, quien se manifestó en los siguientes términos:
¿Pasan los gobiernos progresistas o de izquierda en América Latina por un desgaste natural o son víctimas de la derecha avasalladora o la llama “restauración conservadora”?
Hay varios factores. En primer lugar, las izquierdas latinoamericanas, salvo el caso de Cuba y de manera breve Chile, nunca antes habían administrado un estado, por lo que, una vez en el poder, tuvieron que inventar sobre la marcha y aprender a través de una serie de aciertos y errores. Dichos errores fueron desde el principio magnificados por los medios dependientes de los poderes fácticos, en tanto que los logros fueron minimizados, distorsionados e infamados, sin que la mayoría de los gobiernos progresistas se hayan planteado estrategias a largo plazo para contrarrestar, sostenida e inteligentemente, esa distorsión interesada, salvo el caso de Telesur. En segundo lugar, en el afán de darle a las grandes mayorías lo que se les negó en el pasado, se ha incurrido en el paternalismo, el verticalismo y el asistencialismo de estado, sin empoderar a través de mingas, por ejemplo, a los potenciales beneficiarios y, en otros casos, sin organizar al pueblo ni instruirlo políticamente. Han sido gobiernos modernizadores sí, pero también desarrollistas, pues casi nunca se cuestionó el modelo extractivista, el monocultivo o el consumismo creciente, por ejemplo. A propósito de esto último, las clases medias que crecieron y se fortalecieron en la región, lo que quieren es dejar atrás a los pobres, no ser solidarias con ellos, lo que quieren es ser millonarias, no cuestionar el poder de los que más tienen, por lo que, pese a haber recibido mucho, se han vuelto en contra de lo que las fortaleció. Otro factor que no se puede menospreciar es el hecho de que, por desgracia, en todo movimiento político abundan los oportunistas mezclados con militantes de buen corazón, manos limpias y perspectiva histórica, de tal manera que los enemigos muchas veces están no solo fuera sino dentro de estos gobiernos.
¿Cuáles serían los logros sociales, políticos y económicos que los gobiernos progresistas obtuvieron en sus respectivos países?
Hay sin duda muchísimos logros. El fortalecimiento del estado dio lugar a que se emprendiera en macro-proyectos de infraestructura con una visión nacional e histórica, todo lo cual propició la disminución del desempleo y el ingreso de la población más olvidada a beneficios que nunca antes habrían soñado siquiera. Se incluyeron derechos para proteger y beneficiar a los más pobres, se acortó la brecha educativa y de vivienda, y se pusieron en acción políticas sociales inéditas. Por otro lado, la lucha entre la información oficial y la de los medios privados alertó a la población sobre la naturaleza de algunas verdades antes sacrosantas y creó un saludable margen de duda respecto a lo que se manifiesta en ciertos medios. Además, ha sido evidente la voluntad de todos estos gobiernos de ser soberanos, de buscar el beneficio para cada país sin que la agenda se la dictara una embajada.
Se asegura que uno de las debilidades de estos gobiernos es haber convertido a sus líderes sociales en parte de la burocracia lo que dejó huérfanos a los movimientos sociales, además se olvidaron de potenciar a estos movimientos, de organizarlos, movilizarlos y educarlos políticamente.
Yo creo que desde el comienzo hubo desconfianza respecto de ciertos movimientos de izquierda con y sin comillas porque algunos de estos movimientos se habían pervertido, sus dirigentes se comportaban como si gobernaran verdaderas mafias arropadas por un discurso de izquierda, pero en el fondo funcionales al statu quo. Es por eso nunca antes lograron el respaldo mayoritario del pueblo, mientras se devoraban entre sí. Hubo entonces casos en que desarmaron ciertas estructuras políticas podridas para propiciar que nuevos líderes populares surgieran, lo que terminó convirtiéndolos en burócratas en lugar de agentes del cambio sobre el terreno.
Además, el culto al personalismo, el no haber promovido nuevos liderazgos o activistas creativos, y la falta de la autocrítica serían otras de las debilidades de estos gobiernos.
Hay pueblos que buscan en algún momento de su historia alguien a quien seguir y en quien creer. Ha sucedido en todos lados, incluso en países del primer mundo. Imaginemos a una Europa sin la presencia fundamental de un Adenauer, de un Gaulle o un Churchill, por ejemplo. Después del desastre que significó el neoliberalismo en nuestra región, era preciso avanzar hacia otra forma de hacer política y entender la economía, y aparecieron líderes con personalidades fuertes, decisivas incluso. Cuando surge un líder carismático hay siempre una ventaja y un peligro. La ventaja es que el líder puede convertirse en un crisol de voluntades y sueños que permite empujar un proceso con fuerza, el peligro es que le haga sombra a todo a su alrededor.
¿Podríamos hablar del fin de ciclo? Y cuáles serían las lecciones que dejan a los gobiernos progresistas que aún quedan en Latinoamérica?
Es evidente que hay un agotamiento por un lado real y, por otro, forjado por los grupos y partidos opositores a través de la sedición, el calentamiento de las calles y las acciones desestabilizadoras de los medios y la redes. No sé si se trata de un fin de ciclo, me parece más bien como un momento en que ciertas líneas políticas deben ser redefinidas sobre la base de los errores cometidos. En Ecuador, por ejemplo, nunca se entendió la importancia de la cultura, se la pensó más bien como un asunto marginal, pero si en el cercano futuro se la transformara en el eje de todo el proceso, es posible que se volvieran a ilusionar a los desilusionados, al tiempo que se empujaría una revolución de la solidaridad y la reciprocidad, de la creatividad, la alegría, la auto-sustentabilidad, la ética ambiental. Yo creo que haría falta un motor de ese calibre.
En esta década no se ha evidenciado una disminución del poder de los monopolios mediáticos, éstos siguen manteniendo su protagonismo e incidiendo en todos los ámbitos de la vida de nuestras sociedades.
En realidad se han fortalecido y expandido. Sin una adecuada conciencia política, son capaces de convencernos de que la luna es el sol y viceversa. Es un poder gigantesco disfrazado de cuarto poder, un monstruo al servicio de los intereses más protervos porque su función es distraer para embobar, distorsionar para engañar, mentir en favor de los poderes fácticos.
¿Es una muletilla de la derecha decir que existe una falta de ética en la administración de los gobiernos progresistas o realmente ha ocurrido que una corrupción galopante ha manchado a estos gobiernos?
Por desgracia, no hay país, organización ni gobierno que se salve de tener entre sus filas a verdaderos delincuentes, amateurs unos, profesionales otros. Basta meter el dedo en Ongs antes incuestionables como la FIFA, por ejemplo, para que salte pus. No olvidemos que hay cierta empresa privada que es tremendamente corrupta, que con cuello blanco practica la delincuencia en grande, que comprar jueces, policías, aduaneros, políticos, que tiene burós de abogados que las blinda de toda demanda, que manipula el mercado a su favor, que chantajea y acosa, que ofrece la coima y luego acusan a los “burócratas” de haberla aceptado. Por suerte, también hay excepciones aquí y en todo el mundo.
¿Cuál ha sido el papel de esa izquierda que no llegó al poder?
Lamentable en unos casos, comprensible en otros. Hay quienes con su accionar lo único que han hecho es apoyar a la derecha, también quienes se subieron al poder pero como se sienten más cómodos en la cátedra, los libros, el discurso incendiario, la barricada, prefirieron volver a lo de antes, dejando el espacio libre a los oportunistas de siempre.
¿Peligran los proyectos de integración regional?
Sí. Basta ver la actitud de Macri para entender que de ganar gobiernos de derecha en la región, la Unasur se iría al abismo.
América Latina está “festejando” las derrotas electorales en Venezuela. Argentina y Bolivia?
Hay sectores que sin duda festejan y auguran el derrumbe de los gobiernos progresistas, pero tanto en Argentina como en Bolivia, si bien ganó la oposición, lo que hubo fue un empate técnico. Hay, entonces, mucha tela por cortar, mucha historia por ser vivida.
11.- ¿Habría la posibilidad de un golpe de estado en Venezuela?
No creo, las fuerzas armadas bolivarianas son chavistas y para lograr algo así se necesita de un cisma que no creo que esté por producirse, aunque no dudo que estén intentando comprar algunos generales. El problema para los que andan en búsqueda de un golpe es que aun si se llegara a inclinar la balanza en ese sentido, la tropa no los obedecería.
¿Y cuál sería la responsabilidad de los Estado Unidos, o mejor dicho de la ultra derecha norte americana en la situación actual en América Latina?
Solo hay que revisar la historia de nuestro continente para que quede en evidencia quién ha actuado como mandamás y quien como peón en el tablero político y económico a cambio de prebendas y, sobre todo, de poder. Entre uno y otro evento, ha habido muchos muertos y desaparecidos, mucha injusticia, mucha indignación, pero también muchos sueños buscando hacerse realidad.
Estimados lectores, este es uno de los tantos pensamientos que brotan en los momentos actuales en Latinoamérica, respecto a la coyuntura política, social y económica. Se afirma que vivimos un periodo de reflujo de la “restauración conservadora”, sea lo que sea, nosotros somos los decidores de nuestro futuro y en nuestras conciencias está la posibilidad de seguir adelante o dar un paso hacia atrás.